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881 almohácenme estas barbas, y si sacaren dellas cosas que ofenda á la limpieza, que me trasquilen á cruces.

A esta sazón, sin dejar la risa, dijo la duquesa :

—Sancho Panza tiene razón á todo cuanto dijere: él es limpio, y como él dice, no tiene necesidad de lavarse; y si nuestra usanza no le contenta, su alma en su palma: cuanto más que vosotros, ministros de la limpeza, habéis andado demasiadamente de remisos y descuidados, y no sé si diga atrevidos, á traer á tal personaje y á tales barbas, en lugar de fuentes y aguamaniles de oro puro y de alemanas toallas, artesillas ydornajos de palo y rodillas de aparadores; pero en fin, sois malos y mal nacidos, y no podéis dejar, como malandrines que sois, de mostrar la ojeriza que tenéis con los escuderos de los andantes caballeros.

Creyeron los apicarados ministros, y aun el maestresala que venía con ellos, que la duquesa hablaba de veras, y así quitaron el cernadero del pecho de Sancho, y todos confusos y casi corridos se fueron y le dejaron, el cual viéndose fuera de aquel á su parecer sumo peligro, se fué á hincar de rodillas ante la duquesa, y dijo:

—De grandes señoras grandes mercedes se esperan: esta que vuestra merced hoy me ha fecho, no puede pagarse con menos sino es con desear verme armado caballero andante para ocuparme todos los días de mi vida en servir á tan alta señora: labrador soy, Sancho Panza me llamo, casado soy, hijos tengo, y de escudero sirvo:

si con alguna destas cosas puedo servir á vuestra grandeza, menos tardaré yo en obedecer que vuestra señoría en mandar.