Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo II (1908).pdf/17

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 13 —

como la descubrió, la conoció don Fernando, que era el que estaba abrazado con la otra, y quedó como muerto en verla; pero no porque dejase con todo esto de tener á Luscinda, que era la que procuraba soltarse de sus brazos, la cual había conocido en el suspiro á Cardenio, y él la había conocido á ella. Oyó asimismo Cardenio el ay que dió Dorotea, cuando se cayó desmayada, y creyendo que era su Luscinda, salió del aposento, despavorido, y lo primero que vió fué á don Fernando, que tenía abrazada á Luscinda. También don Fernando conoció á Cardenio, y todos tres, Luscinda, Cardenio y Dorotea, quedaron mudos y suspensos, casi sin saber lo que les había acontecido. Callaban todos, y mirábanse todos. Dorotea á don Fernando, don Fernando á Cardenio, Cardenio á Luscinda, y Luscinda á Cardenio. Mas quien primero rompió el silencio fué Luscinda, hablando á don Fernando desta manera:

—Dejadme, señor don Fernando, por lo que debéis á ser quien sois, ya que por otro respeto no lo hagáis; dejadme llegar al muro, de quien yo soy hiedra, al arrimo de quien no me han podido apartar vuestras importunaciones, vuestras amenazas, vuestras promesas ni vuestras dádivas; notad como el cielo por desusados y á nosotros encubiertos caminos me ha puesto á mi verdadero esposo delante; y bien sabéis por mis costosas experiencias que sólo la muerte fuera bastante para borrarlo de mi memoria. Sean, pues, parte tan claros desengaños para que volváis (ya que no podáis hacer otra cosa) el amor en rabia, la voluntad en despecho, y acabadme con él la vida, que como yo la rinda delante de mi buen esposo, la daré por bien empleada: quizá con mi muerte que-