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—Virtud es, respondió Sancho, conocer esas yerbas, que según yo me voy imaginando, algún día será menester usar de ese conocimiento.

Y sacando en esto lo que dijo que traía comieron los dos en buena paz y compaña. Pero deseosos de buscar adonde alojar aquella noche, acabaron con mucha brevedad su pobre y seca comida: subieron luego á caballo y diéronse priesa por llegar á poblado antes que anocheciese; pero faltóles el sol, y la esperanza de alcanzar lo que deseaban, junto á unas chozas de unos cabreros, y así determinaron de pasarla allí; que cuanto fué de pesadumbre para Sancho no llegar á poblado, fué de contento para su amo dormirla al cielo descubierto, por parecerle que cada vez que esto le sucedía, era hacer un acto posesivo que facilitaba la prueba de su caballería.

CAPITULO XI

De lo que sucedió á don Quijote con unos cabreros.

Fué recogido de los cabreros con buen ánimo, y habiendo Sancho lo mejor que pudo acomodado á Rocinante y á su jumento, se fué tras el olor que despedían de sí ciertos tasajos de cabra que hirviendo al fuego en un caldero estaban, y aunque él quisiera en aquel mismo punto ver si estaban en sazón de trasladarlos del caldero al estómago, lo dejó de hacer porque los cabreros los quitaron del fuego, y tendiendo por el suelo unas pieles de ovejas, aderezaron con mucha priesa su rústica mesa, y convidaron á los dos con muestras de muy bue-