Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo I (1908).pdf/112

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 110 —

na voluntad con lo que tenían. Sentáronse á la redonda de las pieles seis dellos, que eran los que en la majada había, habiendo primero con groseras ceremonias rogado á don Quijote que se sentase sobre un dornajo que vuelto del revés le pusieron.

Sentóse don Quijote, y quedábase Sancho en pie para servirle la copa, que era hecha de cuerno.

Viéndole en pie su amo, le dijo:

—Porque veas, Sancho, el bien que en sí encierra la andante caballería, y cuán á pique están los que en cualquiera ministerio della se ejercitan de venir brevemente á ser honrados y estimados del mundo, quiero que aquí á mi lado y en compañía desta buena gente te sientes, y que seas una misma cosa conmigo que soy tu amo y natural señor, que comas en mi plato y bebas por donde yo bebiere, porque de la caballería andante se puede decir lo mismo que del amor se dice, que todas las cosas iguala.

— Gran merced! dijo Sancho, pero sé decir á vuestra merced, que como yo tuviese bien de comer, tan bien y mejor me lo comería en pie y á mis solas, como sentado á par de un emperador. Y aun si va á decir verdad, mucho mejor me sabe lo que como en un rincón sin melindres ni respetos, aunque sea pan y cebolla, que los gallipavos de otras mesas donde me sea forzoso mascar despacio, beber poco, limpiarme á menudo, no estornudar ni toser si me viene gana, ni hacer otras cosas que la soledad y la libertad traen consigo. Así que, señor mío, estas honras que vuestra merced quiere dar'me por ser ministro y adherente de la caballería andante, como lo soy siendo escudero de vuestra merced, conviértalas en otras cosas que me sean de más cómodo y provecho; que estas aunque las