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ANTONIO

Yo sé, Olalla, que me adoras, puesto que no me lo has dicho ni aun con los ojos siquiera, mudas lenguas de amoríos.

Porque sé que eres sabida, en que me quieres me afirmo; que nunca fué desdichado amor que fué conocido.

Bien es verdad que tal vez, Olalla, me has dado indicio que tienes de bronce el alma, y el blanco pecho de risco.

Mas allá entre tus reproches y honestísimos desvíostal vez la esperanza muestra la orilla de su vestido.

Abalánzase al señuelo mi fe, que nunca ha podido ni menguar por no llamado ni crecer por escogido.

Si el amor es cortesía, de la que tienes colijo que el fin de mis esperanzas ha de ser cual imagino.

Y si son servicios parte de hacer un pecho benigno, algunos de los que he hecho fortalecen mi partido.

Porque si has mirado en ello, más de una vez habrás visto que me he vestido en los lunes lo que me honraba el domingo.

Como el amor y la gala BIBLA

MADRID