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tunarle más sino tornándose á despedir de nuevo, le dejaron y prosiguieron su camino, en el cual, no les faltó de qué tratar, así de la historia de Marcela y Grisóstomo, como el de las locuras de don Quijote, el cual, determinó de ir á buscar á la pastora Marcela, y ofrecerle todo lo que él podía en su servicio. Mas no le avino como él pensaba, según se cuenta en el discurso desta verdadera historia, dando aquí fin la segunda parte.

CAPITULO XV

Donde se cuenta la desgraciada aventura que se topó don Quijote en topar con unos desalmados yangüeses.

Cuenta el sabio Cide Hamete Benengeli, que así como don Quijote se despidió de sus huéspedes y de todos los que se hallaron al entierro del pastor Grisóstomo, él y su escudero se entraron por el mesmo bosque donde vieron que se había entrado la pastora Marcela. Y habiendo andado más de dos horas por él, buscándola por todas partes sin poder hallarla, vinieron á parar á un prado lleno de fresca hierba, junto del cual, corría un arroyo apacible y fresco, tanto, que convidó y forzó á pasar allí las horas de la siesta, que rigurosamente comenzaba ya á entrar. Apeáronse don Quijote y Sancho, y dejando al jumento y á Rocinante á sus anchuras pacer de la mucha hierba que allí había, dieron saco á las alforjas, y sin ceremonia alguna en buena paz y compañía amo y mozo comieron lo