Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo I (1908).pdf/157

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 155 —

1 dantes, reyes y emperadores, como lo ha mostrado la experiencia en muchos y diversos caballeros, de cuyas historias, yo tengo entera noticia. Y pudiérate contar ahora, si el dolor me diera lugar, de algunos que sólo por el valor de su brazo han subido á los altos grados que he contado. Y estos mesmos se vieron antes y después en diversas calamidades y miserias; porque el valeroso Amadís de Gaula, se vió en poder de su mortal enemigo Arcalaus, el encantador, de quien se tiene por averiguado que le dió, teniéndole preso, más de doscientos azotes con las riendas de su caballo, atado á una coluna de un patio. Y aun hay un autor secreto y de no poco crédito, que dice, que habiendo cogido al caballero de Febo, con una cierta trampa que se le hundió debajo de los pies en un cierto castillo, al caer, se halló en una honda sima debajo de tierra, atado de pies y manos, y allí le echaron una destas que llaman melecinas de agua de nieve y arena, de lo que llegó muy al cabo; y si no fuera socorrido en aquella gran cuita de un sabio, grande amigo suyo, lo pasara muy mal el pobre caballero. Así que, bien puedo yo pasar entre tanta buena gente, que mayores afrentas son las que éstos pasaron, que no las que ahora nosotros pasamos, porque quiero hacerte sabidor, Sancho, que no afrentan las heridas que se dan con los instrumentos que acaso se hallan en las manos, y esto está en la ley del duelo escrito por palabras expresas: que si el zapatero da á otro con la horma que tiene en la mano, puesto que verdaderamente es de palo, no por eso se dirá que queda apaleado aquel á quien dió con ella. Digo esto, porque no pienses que puesto que quedamos desta pendencia molidos, quedamos afrentados, porque las armas