Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo I (1908).pdf/159

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 157 —

quedado libre, y sin costas, donde nosotros salimos sin costillas.

— Siempre deja la ventura una puerta abierta en las desdichas para dar remedio á ellas, dijo don Quijote: dígolo, porque esa bestezuela, podrá suplir ahora la falta de Rocinante, llevándome á mí desde aquí á algún castillo, donde sea curado de mis feridas. Y más, que no tendré á deshonra la tal caballería, porque me acuerdo haber leído que aquel buen viejo Sileno, ayo y pedagogo del alegre dios de la risa, cuando entró en la ciudad de las cien puertas, iba muy á su placer caballero sobre un muy hermoso asno.

—Verdad será que él debía de ir caballero como vuestra merced dice, respondió Sancho; pero hay gran diferencia del ir caballero al ir atravesado como costal de basura. A lo cual respondió don Quijote :

—Las feridas que se reciben en las batallas antes dan honra que la quitan; así que, Panza, amigo, no me repliques más, sino como ya te he dicho, levántate lo mejor que pudieres, y ponme de la manera que más te agradare encima de tu jumento, y vamos de aquí antes que la noche venga, y nos saltee en este despoblado.

—Pues yo he oído decir á vuestra merced, dijo Panza, que es muy de caballeros andantes el dormir en los páramos y desiertos lo más del año, y que lo tienen á mucha ventura.

—Eso es, dijo don Quijote, cuando no pueden más ó cuando están enamorados; y es tan verdad esto, que ha habido caballero que se ha estado sobre una peña al sol y á la sombra y á las inclemencias del cielo dos años sin que lo supiese su señora, y uno destos fué Amadís, cuando llamándose