Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo I (1908).pdf/208

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 206 —

vo de entre tantos enemigos como acompañaban al difunto. Y cuando todo esto no mueva ni ablande ese duro corazón, muévale el pensar y creer que apenas se habrá vuestra merced apartado de aquí, cuando yo de miedo dé mi ánima á quien quisiera llevarla. Yo salí de mi tierra, y dejé hijos y mujer por venir á servir á vuestra merced creyendo valer más y no menos; pero como la cudicia rompe el saco, á mí me ha rasgado mis esperanzas, pues cuando más vivas las tenía de alcanzar aquella negra y malhadada ínsula, que tantas veces vuestra merced me ha prometido, veo que en pago y trueco della me quiere ahora dejar en un lugar tan apartado del trato humano. Por un solo Dios, señor mío, que no se me faga tal desaguisado; y ya que del todo no quiera vuestra merced desistir de acometer este fecho, dilátelo á lo menos hasta la mañana, que á lo que á mí me muestra la ciencia que aprendí cuando era pastor, no debe de haber desde aquí al alba tres horas, porque la boca de la bocina está encima de la cabeza, y hace la media noche en la línea del brazo izquierdo.

— Cómo puedes tú, Sancho, dijo don Quijote, ver donde hace esa línea, ni donde está esa boca ó ese colodrillo que dices, si hace la noche tan escura que no parece en todo el cielo estrella alguna ?

—Así es, dijo Sancho; pero tiene el miedo muchos ojos, y ve las cosas debajo de tierra, cuanto más encima en el cielo, puesto que por buen discurso bien se puede entender que hay poco de aquí al día.

—Falte lo que faltare, respondió don Quijote, que no se ha de decir por mí ahora ni en ningún tiempo, que lágrimas y ruegos me apartaron de ha-