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que se congojó mucho porque veía que la Torralva venía ya muy cerca, y le había de dar mucha pesadumbre con sus ruegos y lágrimas: mas tanto anduvo mirando, que vió un pescador que tenía junto á sí un barco tan pequeño, que solamente podían caber en él una persona y una cabra, y con todo esto le habló y concertó con él, que le pasase á él y á trescientas cabras que llevaba.

Entró el pescador en el barco y pasó una cabra, volvió y pasó otra, tornó á volver y tornó á pasar otra; tenga vuestra merced cuenta con las cabras que el pescador va pasando, porque si se pierde una de la memoria se acabará el cuento, y no será posible contar más palabra dél. Sigo, pues, y digo que el desembarcadero de la otra parte estaba lleno de cieno y resbaloso; y tardaba el pescador mucho tiempo en ir y volver; con todo esto volvió por otra cabra, y otra y otra.

—Haz cuenta que las pasó todas, dijo don Quijote, no andes yendo y viniendo de esta manera, que no acabarás de pasarlas en un año.

—¿Cuántas han pasado hasta ahora? dijo Sancho.

—1. Yo qué diablos sé? respondió don Quijote.

—He ahí lo que yo dije, que tuviese buena cuenta; pues por Dios que se ha acabado el cuento, que no hay pasar adelante.

¿ —6 Cómo puede ser eso? respondió don Quijote; tan de esencia de la historia es saber las cabras que han pasado por extenso, que si se yerra una del número, no puedes seguir adelante con la historia?

—No, señor, en ninguna manera, respondió Sancho, porque así como yo pregunté á vuestra merced que me dijese cuantas cabras habían pa-