Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo I (1908).pdf/227

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 225 —

teado no digo nada, que semejantes desgracias mal se pueden prevenir, y si vienen, no hay que hacer otra cosa sino encoger los hombros, detener el aliento, cerrar los ojos y dejar ir por donde la suerte y la manta los llevare.

— —Mal cristiano eres, Sancho, dijo oyendo esto don Quijote, porque nunca olvidas la injuria que una vez te han hecho; pues sábete que es de pechos nobles y generosos no hacer caso de niñerías. ¿Qué pie sacaste cojo, qué costilla quebrada, qué cabeza rota, para que no se te olvide aquella burla? Que bien apurada la cosa, burla fué y pasatiempo, que á no entenderlo yo así, ya yo hubiera vuelto allá, y hubiera hecho en tu venganza más daño que el que hicieron los griegos por la robada Elena, la cual si fuera en este tiempo, ó mi Dulcinea fuera en aquél, pudiera estar segura que no tuviera tanta fama de hermosa como tiene: y aquí dió un suspiro, y le puso en las nubes.

Y dijo Sancho:

Por burlas, pues la venganza no puede pasar en veras: pero yo sé de qué calidad fueron las veras y las burlas, y sé también que no se me caerán de la memoria, como nunca se quitarán de las espaldas. Pero dejando esto aparte, dígame vuestra merced qué haremos deste caballo rucio rodado que parece asno pardo, que dejó aquí desamparado aquel Martino que vuestra merced derribó, que según él puso los pies en polvorosa y cogió las de Villadiego, no lleva pergenio de volver por él jamás, y para mis barbas que si no es bueno el rucio.

—Nunca yo acostumbro, dijo don Quijote, despojar á los que venzo, ni es uso de caballería quiDON QUIJOTE . 15 TOMO I VOL . 315