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camino atraillado como galgo, pero Dios es grande, paciencia y basta.

Pasó don Quijote al cuarto, que era un hombre de venerable rostro, con una barba blanca que le pasaba del pecho, el cual oyéndose preguntar la causa por qué allí venía, comenzó á llorar y no respondió palabra; mas el quinto condenado le sirvió de lengua, y dijo:

Este hombre honrado va por cuatro años á galeras, habiendo paseado las acostumbradas vestido en pompa y á caballo.

—Eso es, dijo Sancho Panza, á lo que á mí me parece, haber salido á la vergüenza.

—Así es, replicó el galeote, y la culpa porque le dieron esta pena, es por haber sido corredor de oreja y aun de todo el cuerpo; en efeto, quiero decir que este caballero va por alcahuete, y por tener asimismo sus puntos y collar de hechicero.

—A no haberle añadido esas puntas y collar, dijo don Quijote, por solamente el alcahuete limpio no merecía ir á bogar en las galeras, sino á mandallas y á ser general dellas, porque no es así como quiera el oficio de alcahuete, que es oficio de discretos, y necesarísimo en la república bien ordenada, y que no le debía ejercer sino gente muy bien nacida, y aún había de haber veedor y examinador de los tales, como le hay de los demás oficios, con número deputado y conocido, y como corredores de lonja. Y desta manera se excusarían muchos males que se causan por andar este oficio y ejercicio entre gente idiota y de poco entendimiento, como son mujercillas de poco más ó menos, pajecillos y truhanes de pocos años y de muy poca experiencia, que á la más necesaria ocasión, y cuando es menester dar una traza que importe,