Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo I (1908).pdf/270

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 268 —

gítima esposa, como lo hice: á lo que él me respondió que. me agradecía la voluntad que mostraba de honrarle y de querer honrarme con prendas suyas, pero que siendo mi padre vivo, á él tocaba de justo derecho hacer aquella demanda, porque si no fuese con mucha voluntad y gusto suyo, no era Luscinda mujer para tomarse ni darse á hurto.

Yo le agradecí su buen intento, pareciéndome que llevaba razón en lo que decía, y que mi padre vendría en ello, como yo se lo dijese. Y con este intento luego en aquel mismo instante fuí á decirle á mi padre lo que deseaba; y al tiempo que entré en un aposento donde estaba, le hallé con una carta abierta en la mano, la cual, antes de que yo le dijese palabra, me la dió, y me dijo: Por esta carta verás, Cardenio, la voluntad que el duque Ricardo, tiene de hacerme merced. Este duque Ricardo, como ya vosotros, señores, debéis de saber, es un grande de España, que tiene su estado en lo mejor de esta Andalucía. Tomé y leí la carta, la cual venía tan encarecida, que á mí mismo me pareció mal, si mi padre dejaba de cumplir lo que en ella se le pedía, que era que me enviase luego donde él estaba, que quería que fuese compañero, no criado, de su hijo el mayor, y que él tomaba á cargo el ponerme en estado que correspondiese á la estimación en que me tenía. Leí la carta y enmudecí leyéndola, y más cuando oí que mi padre me decía: De aquí á dos días te partirás, Cardenio, á hacer la voluntad del Duque; y da gracias á Dios que te va abriendo camino por donde alcances, lo que yo sé que mereces: añadió á éstas otras razonesde padre consejero. Llegóse el término de mi partida, hablé una noche á Luscinda, díjele todo lo que pasaba, y lo mismo hice á su padre, suplicán-