Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo I (1908).pdf/284

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 282 —

fuere tal, cual á mi fe se le debe, acabarse ha mi sandez y mi penitencia; y si fuere al contrario, seré loco de veras, y siéndolo, no sentiré nada.

Así que, de cualquiera manera que responda, saldré del conflito y trabajo en que me dejares, gozando el bien que me trujeres por cuerdo, no sintiendo el mal que me aportares por loco. Pero dime, Sancho, traes bien guardado el yelmo de Mambrino?

que ya vi que le alzaste del suelo, cuando aquel desagradecido le quiso hacer pedazos; pero no pudo, donde se puede echar de ver la fineza de su temple. A lo cual respondió Sancho:

— —Vive Dios, señor caballero de la Triste Figura, que no puedo sufrir ni llevar en paciencia algunas cosas que vuestra merced dice, y que por ellas vengo á imaginar que todo cuanto me dice de caballerías, y de alcanzar reinos é imperios, de dar ínsulas, y de hacer otras mercedes y grandezas, como es uso de caballeros andantes, que todo debe de ser cosa de viento y mentira, y todo pastraña ó patraña, ó como le llamáremos; porque quien oyere decir á vuestra merced, que una bacía de barbero es el yelmo de Mambrino, y que no salga deste error en más de cuatro días, ¿qué ha de pensar sino que quien tal dice y afirma, debe de tener güero el juicio? La bacía yo la llevo en el costal toda abollada, y llévola para aderezarla en mi casa, y hacerme la barba en ella, si Dios me diere tanta gracia, que algún día me vea con mi mujer y hijos.

—Mira, Sancho, por el mismo que denantes juraste te juro, dijo don Quijote, que tienes el más corto entendimiento que tiene ni tuvo escudero en el mundo: ¡qué! ¿es posible que en cuanto ha que andas conmigo, no has echado de ver que todas