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las cosas de los caballeros andantes parecen quimeras, necedades y desatinos, que son todas hechas al revés? Y no porque sea ello hecho así, sino porque andan entre nosotros siempre una caterva de encantadores, que todas nuestras cosas mudan y trueean, y las vuelven según su gusto, y según tienen la gana de favorecernos ó destruirnos; y así eso que á ti te parece bacía de barbero, me parece á mí el yelmo de Mambrino, y á otro le parecerá otra cosa. Y fuera rara providencia del sabio que es de mi parte, hacer que parezca bacía á todos, lo que real y verdaderamente es yelmo de Mambrino, á causa que siendo él de tanta estima, todo el mundo me perseguiría por quitármele; pero como ven que no es más que un bacín de barbero, no se curan de procuralle, como se mostró bien en el que quiso rompelle, y le dejó en el suelo sin llevarle, que á fe que si le conociera, que nunca él le dejara. Guárdale, amigo, que por ahora no le he menester, que antes me tengo de quitar todas estas armas, y quedar desnudo como cuando nací, si es que me da en voluntad de seguir en mi penitencia más á Roldán que á Amadís.

Llegaron en estas pláticas al pie de una alta montaña, que casi como peñón tajado estaba sola entre otras muchas que la rodeaban: corría por su falda un manso arroyuelo, y hacíase por toda su redondez un prado tan verde y vicioso, que daba contento á los ojos que le miraban: había por allí muchos árboles silvestres, y algunas plantas y flores que hacían el lugar apacible. Este sitio escogió el caballero de la Triste Figura para hacer su penitencia, y así, en viéndole, comenzó á decir en voz alta, como si estuviera sin juicio:

—Este es el lugar, oh cielos, que diputo y esco-