Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo I (1908).pdf/286

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 284 —

jo para llorar la desventura en que vosotros mismos me habéis puesto: este es el sitio en que el humor de mis ojos acrecentará las aguas deste pequeño arroyo, y mis continuos y profundos suspi— j ros moverán á la contínua las hojas destos montaraces árboles, en testimonio y señal de la pena que mi asendereado corazón padece. ¡Oh vosotros, quien quiera que seáis, rústicos dioses, que en este inhabitable lugar tenéis vuestra morada: oid las quejas deste desdichado amante, á quien una luenga ausencia y unos imaginados celos han traído á lamentarse entre estas asperezas, y á quejarse de la dura condición de aquella ingrata y bella, término y fin de toda humana hermosura! ¡Oh vosotras, Napeas y Driadas, que tenéis por costumbre de habitar en las espesuras de los montes: así los ligeros y lascivos sátiros, de quien sois, aunque en vano, amadas, no perturben jamás vuestro dulce sosiego que me ayudéis á lamentar mi desventura, ó á lo menos no os canséis de oilla! ¡Oh Dulcinea del Toboso, día de mi noche, gloria de mi pena, norte de mis caminos, estrella de mi ventura :

así el cielo te la dé buena en cuanto acertares á pedirle, que consideres el lugar y el estado á que tu ausencia me ha conducido, y que con buen término correspondas al que á mi fe se le debe! ¡Oh solitarios árboles, que desde hoy en adelante habéis de hacer compañía á mi soledad: dad indicio con el blando movimiento de vuestras ramas que no os desagrada mi presencia! ¡Oh tú, escudero mío, agradable compañero en mis prósperos y adversos sucesos: toma bien en la memoria lo que aquí me verás hacer, para que lo cuentes y recites á la causa total de todo ello! Y diciendo esto, se (11 Igual 3² de Cuesta y dubito de lo ly