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»en la honra, lo podréis muy bien en hacer. Padre »tengo que os conoce y que me quiere bien, el >cual sin forzar mi voluntad, cumplirá la que será »justo que vos tengáis, si es que me estimáis como »decís y como yo creo.» Por este billete me moví á pedir á Luseinda por esposa, como ya os he contado, y este fué por quién quedó Luscinda en la opinión de don Fernando por una de las más discretas y avisadas mujeres de su tiempo, y este billete fué el que le puso en deseo de destruirme antes que el mío se efetuase. Díjele yo á don Fernando en lo que reparaba el padre de Luscinda, que era en que mi padre se la pidiese, lo cual yo no le osaba decir, temeroso que no vendría en ello, no porque no tuviese bien conocida la calidad, bondad, virtud y hermosura de Luscinda: y que tenía partes bastantes para ennoblecer cualquier otro linaje de España, sino porque yo entendía, dél, que deseaba que no me casase tan presto, hasta ver lo que el duque Ricardo hacía conmigo. En resolución, le dije que no me aventuraba á decírselo á mi padre, así por aquel inconveniente, como por otros muchos que me acobardaban, sin saber cuáles eran, sino que me parecía que lo que yo desease jamás había de tener efecto. A todo esto me respondió don Fernando, que él se encargaba de hablar á mi padre, y hacer con él que hablase al de Luscinda. ¡Oh Mario ambicioso! ¡Oh Catilina cruel! ¡Oh Sila facinoroso! ¡Oh Galalón embustero! ¡Oh Vellido traidor! ¡Oh Julián vengativo! ¡Oh Judas codicioso! Traidor, cruel, vengativo y embustero, ¿qué des servicios te había hecho este triste, que con tanta llaneza te descubrió los secretos y contentos