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ella: díjome que la noche que don Fernando se desposó con Luscinda, después de haber ella dado el «sí» de ser su esposa, le había tomado un recio desmayo, y que llegando su esposo á desabrocharle el pecho para que le diese el aire, le halló un papel escrito de la misma letra de Luscinda, en que decía y declaraba que ella no podía ser esposa de don Fernando, porque lo era de Cardenio, que á lo que el hombre me dijo era un caballero muy principal de la misma ciudad, y que si había dado el «sí á don Fernando, fué por no salir de la obediencia de sus padres. En resolución, tales razones dijo que contenía el papel, que daba á entender que ella había tenido intención de matarse en acabándose de desposar, y daba allí las razones por que se había quitado la vida; todo lo cual dicen que confirmó una daga que le hallaron no sé en qué parte de sus vestidos. Todo lo cual visto por don Fernando, pareciéndole que Luscinda le había burlado y escarnecido y tenido en poco, arremetió á ella antes que su desmayo volviese, y con la misma daga que la hallaron la quiso dar de puñaladas, y lo hiciera si sus padres y los que se hallaron presentes no se lo estorbaran. Dijeron más que luego se ausentó don Fernando, y que Luscinda no había vuelto de su parasismo hasta otro día, que contó á sus padres como ella era verdadera esposa de aquel Cardenio que he dicho.

Supe más, que el Cardenio, según decían, se halló presente á los desposorios, y que en viéndola desposada, lo cual él jamás pensó, se salió de la ciudad desesperado, dejándole primero escrita una carta, donde daba á entender el agravio que Luscinda le había hecho, y de cómo él se iba á donde gentes no le viesen. Esto todo era público y notorio