Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo I (1908).pdf/352

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sinrazón que os hace, sin acordarme de mis agravios, cuya venganza dejará al cielo por acudir en la tierra á los vuestros.

Con lo que Cardenio dijo se acabó de admirar Dorotea, y por no saber qué gracias volver á tan grandes ofrecimientos, quiso tomarle los pies para besárselos, mas no lo consintió Cardenio; y el licenciado respondió por entrambos, y aprobó el buen discurso de Cardenio, y sobre todo les rogó, aconsejó y persuadió que se fuesen con él á su aldea, donde se podrían reparar de las cosas que les faltaban, y que allí se daría orden como buscar á don Fernando, como llevar á Dorotea á sus padres, ó hacer lo que más les pareciese conveniente. Cardenio y Dorotea, se lo agradecieron, y acetaron la merced que se les ofrecíabero, que á todo había estado suspenso y callado, hizo también su buena plática, y se ofreció con no menos voluntad que el cura á todo aquello que fuese bueno para servirles. Contó asimismo con brevedad la causa que allí los había traído, con la estrañeza de la locura de don Quijote, y como aguardaban á su escudero, que había ido á buscalle. Vínosele á la memoria á Cardenio como por sueños la pendencia que con don Quijote había tenido, y contóla á los demás; mas no supo decir por qué causa fué su cuestión. En esto oyeron voces, y conocieron que el que las daba era Sancho Panza, que por no haberlos hallado en el lugar donde los dejó, los llamaba á voces; saliéronle al encuentro, y preguntándole por don Quijote, les dijo como le había hallado desnudo, en camisa, flaco, amarillo y muerto de hambre, y suspirando por su señora Dulcinea: y que puesto que le había dicho que ella le mandaba que saliese de