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viere, pues todo es una misma carne, y sin duda acertó mi buen padre en todo, y yo he acertado en encomendarme al señor don Quijote, que él es por quien mi padre dijo, pues las señales del rostro vienen con las de la buena fama que este caballero tiene no sólo en España, pero en toda la Mancha; pues apenas me hube desembarcado en Osuna, cuando oí decir tantas hazañas suyas, que luego me dió el alma que era el mismo que venía á buscar.

—Pues cómo se desembarcó vuestra merced en Osuna, señora mía, preguntó don Quijote, si no es puerto de mar? Mas antes que Dorotea respondiese, tomó el cura la mano y dijo:

—Debe de querer decir la señora princesa, que después que desembarcó en Málaga, la primera parte donde oyó nuevas de vuestra merced fué en Osuna.

—Eso quise decir, dijo Dorotea.

—Y esto lleva camino, dijo el cura; y prosiga vuestra majestad adelante.

—No hay que proseguir, respondió Dorotea, sino que finalmente mi suerte ha sido tan buena en hallar al señor don Quijote, que ya me cuento y tengo por reina y señora de todo mi reino, pues él por su cortesía y magnificencia me ha prometido el don de irse conmigo donde quiera que yo le llevare, que no será á otra parte que á ponerle delante de Pandafilando de la Fosca Vista, para que le mate, y me restituya lo que tan contra razón me tiene usurpado: que todo esto ha de suceder á pedir de boca, pues así lo dejó profetizado Tinacrio el sabidor, mi buen padre. El cual también dejó dicho y escrito en letras caldeas ó griegas, que yo no las sé leer, que si este caba