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— 395—Poco le falta á nuestro huésped para hacer la segunda parte de don Quijote.

—Así me parece á mí, respondió Cardenio, porque según da indicio, él tiene por cierto que todo lo que estos libros cuentan pasó ni más ni menos que lo escriben, y no le harán creer otra cosa frailes descalzos.

—Mirad, hermano, tornó á decir el cura, que no hubo en el mundo Félix Marte de Hircania, ni don Cirongilio de Tracia, ni otros caballeros semejantes, que los libros de caballerías cuentan, porque todo es compostura y ficción de ingeniosociosos, que los compusieron para el efeto, como vos decís, de entretener el tiempo, como lo entretienen leyéndolos vuestros segadores: porque realmente os juro que nunca tales caballeros fueron en el mundo, ni tales hazañas ni disparates acontecieron en él.

—A otro perro con ese hueso, respondió el ventero, como si yo no supiese cuántas son cinco, y adónde me aprieta el zapato; no piense vuestra merced darme papilla, porque por Dios que no soy nada blanco: bueno es que quiera darme vuestra merced á entender que todo aquello que estos buenos libros dicen sea disparates y mentiras, estando impreso con licencia de los señores del consejo real, como si ellos fueran gente que habían de dejar imprimir tanta mentira junta, y tantas batallas y tantos encantamentos, que quitan el juicio.

—Ya os he dicho, amigo, replicó el cura, que esto se hace para entretener nuestros ociosos pensamientos; y así como se consiente en las repúblicas bien concertadas que haya juegos de ajedrez, de pelota y de trucos para entretener á algunos