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<—416ofrecerla. Aconsejóle que le diese músicas, que escribiese versos en su alabanza, y que cuando él no quisiese tomar trabajo de hacerlos, él mismo los haría. A todo se ofreció Lotario, bien con diferente intención que Anselmo pensaba; y con este acuerdo se volvieron á casa de Anselmo, donde hallaron á Camila con ansia y cuidado esperando á su esposo, porque aquel día tardaba en venir más de lo acostumbrado. Fuése Lotario á su casa, y Anselmo quedó en la suya tan contento como Lotario fué pensativo, no sabiendo qué traza dar para salir bien de aquel impertinente negocio; pero aquella noche pensó el modo que tendría para engañar á Anselmo sin ofender á Camila: y otro día vino á comer con su amigo, y fué bien recebido de Camila, la cual le recebía y regalaba con mucha voluntad, por entender la buena que su esposo le tenía. Acabaron de comer, levantaron los manteles, y Anselmo dijo á Lotario que se quedase allí con Camila en tanto que él iba á un negocio forzoso, que dentro de hora y media volvería. Rogóle Camila que no se fuese, y Lotario se ofreció á hacerle compañía; más nada aprovechó con Anselmo, antes importunó á Lotario que se quedase y le aguardase, porque tenía que tratar con él una cosa de mucha importancia. Dijo también á Camila, que no dejase solo á Lotario en tanto que él volviese. En efeto, él supo tan bien fingir la necesidad ó necedad de su ausencia, que nadie pudiera entender que era fingida. Fuése Anselmo, y quedaron solos á la mesa Camila y Lotario, porque la demás gente de la casa toda se había ido á comer. Vióse Lotario puesto en la estacada que su amigo deseaba, y con el enemigo delante, que pudiera vencer con sola su hermo-