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<—440ra que no la tuviera por la más lastimada y leal doncella del mundo, y á su señora por otra nueva y perseguida Penélope. Poco tardó en volver de su desmayo Camila, y al volver en sí dijo..

—¿Por qué no vas, Leonela á llamar al más desleal amigo de amigo que vió el sol ó cubrió la noche? Acaba, corre, aguija, camina, no se desfogue con la tardanza el fuego de la cólera que tengo, y se pase en amenazas y maldiciones la justa venganza que espero.

—Ya voy á llamarle, señora mía, dijo Leonela; mas hasme de dar primero esa daga, porque no hagas cosa en tanto que falto, que dejes con ella que llorar toda la vida á todos los que bien te quieren.

—Vé segura, eonela amiga, que no haré, respondió Camila, porque ya que sea atrevida y simple á tu parecer en volver por mi honra, no lo he de ser tanto como aquella Lucrecia, de quien dicen que se mató sin haber cometido error alguno, y sin haber muerto primero á quien tuvo la culpa de su desgracia; yo moriré, si muero, pero he de ser vengada y satisfecha del que me ha dado ocasión de venir á este lugar á llorar sus atrevimientos, nacidos tan sin culpa mía.

Mucho se hizo de rogar Leonela antes que saliese á llamar á Lotario; pero en fin salió, y entretanto que volvía, quedó Camila diciendo, como que hablaba consigo mismo:

— Válame Dios! ¿no fuera más acertado haber despedido á Lotario, como otras muchas veces lo he hecho, que no ponerle en condición, como le he puesto, que me tenga por deshonesta y mala, siquiera este tiempo que he de tardar en desengañarle? Mejor fuera sin duda, pero no quedara yo