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Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote del Mancha.djvu/216

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DON QUIJOTE.
to; y cuando todo esto no mueva ni ablande ese duro corazon, muévale el pensar y creer que apenas se habrá vuestra merced apartado de aquí, cuando yo de miedo dé mi ánima á quien quisiere llevarla: yo salí de mi tierra, y dejé hijos y muger por venir á servir á vuestra merced; creyendo valer mas y no menos; pero como la cudicia rompe el saco, á mí me ha rasgado mis esperanzas, pues cuando mas vivas las tenia de alcanzar aquella negra y malhadada ínsula que tantas veces vuestra merced me ha prometido, veo que en pago y trueco della me quiere ahora dejar en un lugar tan apartado del trato humano: por un solo Dios, señor mio, que non se me faga tal desaguisado; y ya que del todo no quiera vuestra merced desistir de acometer este fecho, dilátelo á lo menos hasta la mañana, que á lo que á mí me muestra la ciencia que aprendí cuando era pastor, no debe de haber desde aquí al alba tres horas, porque la boca de la bocina está encima de la cabeza, y hace la media noche en la línea del brazo izquierdo[1].—¿Cómo puedes tú, Sancho, dijo Don Quijote, ver donde hace esa línea, ni dónde está esa boca ó ese colodrillo que dices, si hace la noche tan escura que no parece en todo el cielo estrella alguna?—Así es, dijo Sancho; pero tiene el miedo muchos ojos, y ve las cosas debajo de tierra, cuánto mas encima en el cielo, puesto que por buen discurso bien se puede entender que hay poco de aquí al dia.—Falte lo que faltare, respondió Don Quijote, que no se ha de decir por mí ahora ni en ningun tiempo, que lágrimas y ruegos me apartaron de hacer lo que debia á estilo de caballero: y así te ruego, Sancho, que calles, que Dios, que me ha puesto en corazon de acometer ahora esta tan no vista y tan temerosa aventura, tendrá cuidado de mirar por mi salud y de consolar tu tristeza: lo que has de hacer es apretar bien las cinchas á Rocinante y quedarte aquí, que yo daré la vuelta presto, ó vivo ó muerto.=Viendo pues Sancho la última resolucion de su amo, y cuán poco valian con él sus lágrimas, consejos y ruegos, determinó de aprovecharse de su industria y hacerle esperar hasta el dia si pudiese; y así cuando apretaba las cinchas al caballo, bonitamente y sin ser sentido, ató con el cabestro de su asno ambos pies á Rocinante, de manera que cuando Don Quijote se quiso partir, no pudo, porque el caballo no se podia mover sino á saltos. Viendo Sancho Panza el buen suceso de su embuste, dijo:—Ea, señor, que el cielo conmovido de mis lágrimas y plegarias, ha
  1. La constelacion llamada por los astrónomos Ursa minor, y por los pastores Bocina ó Carro menor, consta de ocho estrellas, inclusa la del norte ó polar.