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Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote del Mancha.djvu/235

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CAPÍTULO XXI.
contenta y pagada ademas, por haber puesto y colocado sus pensamientos en tan alta parte: y lo bueno es, que este rey ó príncipe, ó lo que es, tiene una muy reñida guerra con otro tan poderoso como él, y el caballero huésped le pide (al cabo de algunos dias que ha estado en su corte) licencia para ir á servirle en aquella guerra dicha: darásela el rey de muy buen talante, y el caballero le besará cortesmente las manos por la merced que le face: y aquella noche se despedirá de su señora la infanta por las rejas de un jardin que cae en el aposento donde ella duerme, por las cuales ya otras muchas veces la habia fablado, siendo medianera y sabidora de todo una doncella de quien la infanta mucho se fia. Suspirará él, desmayaráse ella, traerá agua la doncella, acuitaráse mucho porque viene la mañana, y no querria que fuesen descubiertos por la honra de su señora: finalmente, la infanta volverá en sí, y dará sus blancas manos por la reja al caballero, el cual se las besará mil y mil veces, y se las bañará en lágrimas. Quedará concertado entre los dos del modo que se han de hacer saber sus buenos ó malos sucesos, y rogarále la princesa que se detenga lo menos que pudiere: prometérselo ha él con muchos juramentos: tórnale á besar las manos, y despídese con tanto sentimiento, que estará poco por acabar la vida: vase desde allí á su aposento, échase sobre su lecho, no puede dormir del dolor de la partida: madruga muy de mañana, vase á despedir del rey y de la reina, y de la infanta: dícenle (habiéndose despedido de los dos), que la señora infanta está mal dispuesta, y que no puede recibir visita: piensa el caballero que es de pena de su partida, traspásasele el corazon, y falta poco de no dar indicio manifiesto de su pena: está la doncella medianera delante, halo de notar todo, váselo á decir á su señora, la cual la recibe con lágrimas, y le dice que una de las mayores penas que tiene, es no saber quien sea su caballero, y si es de linage de reyes ó no: asegúrala la doncella que no puede caber tanta cortesía, gentileza y valentía como la de su caballero sino en sugeto real y grave: consuélase con esto la cuitada, y procura consolarse por no dar mal indicio de sí á sus padres, y á cabo de dos dias sale en público. Ya se es ido el caballero: pelea en la guerra, vence al enemigo del rey, gana muchas ciudades, triunfa de muchas batallas: vuelve á la corte, ve á su señora por donde suele, conciértase que la pida á su padre por muger en pago de sus servicios: no se la quiere dar el rey, porque no sabe quien es; pero con todo esto, ó robada, ó de otra cualquier suerte que sea, la infanta viene á ser su esposa, y su pa-
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