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CAPÍTULO XXV.
cha y de burla, se contentase, digo, con dárselas en el agua, ó en alguna cosa blanda como algodon, y déjeme á mí el cargo, que yo diré á mi señora, que vuestra merced se las daba en una punta de peña mas dura que la de un diamante.—Yo agradezco tu buena intencion, amigo Sancho, respondió Don Quijote; mas quiérote hacer sabidor de que todas estas cosas que hago, no son de burlas, sino muy de veras, porque de otra manera seria contravenir á las órdenes de caballería, que nos mandan que no digamos mentira alguna, pena de relasos, y el hacer una cosa por otra, lo mesmo es que mentir: así que mis calabazadas han de ser verdaderas, firmes y valederas, sin que lleven nada de sofístico, ni del fantástico: y será necesario que me dejes algunas hilas para curarme, pues que la ventura quiso que nos faltase el bálsamo que perdimos.—Mas fué perder el asno, respondió Sancho, pues se perdieron en él las hilas y todo, y ruégole á vuestra merced que no se acuerde mas de aquel maldito brebage, que en solo oirle mentar, se me revuelve el alma, no que el estómago: y mas le ruego, que haga cuenta que son ya pasados los tres dias que me ha dado de término para ver las locuras que hace, que ya las doy por vistas y por pasadas en cosa juzgada, y diré maravillas á mi señora, y escriba la carta, y despácheme luego, porque tengo gran deseo de volver á sacar á vuestra merced deste purgatorio donde le dejo.—¿Purgatorio le llamas, Sancho? dijo Don Quijote; mejor hicieras de llamarle infierno, y aun peor si hay otra cosa que lo sea.—Quien ha infierno, respondió Sancho, nulla es retentio, segun he oido decir.—No entiendo que quiere decir retentio, dijo Don Quijote.—Retentio es, respondió Sancho, que quien está en el infierno, nunca sale dél, ni puede, lo cual será al reves en vuestra merced, ó á mí me andarán mal los piés, si es que llevo espuelas para avivar á Rocinante: y póngame yo una por una en el Toboso, y delante de mi señora Dulcinea, que yo le diré tales cosas de las necedades y locuras (que todo es uno) que vuestra merced ha hecho y queda haciendo, que la venga á poner mas blanda que un guante, aunque la halle mas dura que un alcornoque, con cuya respuesta dulce y melificada volveré por los aires como brujo, y sacaré á vuestra merced deste purgatorio, que parece infierno y no lo es, pues hay esperanza de salir dél, la cual como tengo dicho, no la tienen de salir los que están en el infierno, ni creo que vuestra merced dirá otra cosa.—Así es la verdad, dijo el de la Triste Figura: ¿pero qué haremos para escribir la carta?—Y la libranza pollinesca tambien, añadió Sancho.—Todo irá