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CAPÍTULO XXXIV.

desenvoltura le respondió que sí pasaban: porque es cosa ya cierta, que los descuidos de las señoras quitan la vergüenza á las criadas, las cuales, cuando ven á las amas echar traspiés, no se les da nada á ellas de cojear ni de que lo sepan. No pudo hacer otra cosa Camila, sino rogar á Leonela no dijese nada de su hecho al que decia ser su amante, y que tratase sus cosas con secreto, porque no viniesen á noticia de Anselmo ni de Lotario, Leonela respondió que así lo haria; mas cumpliólo de manera, que hizo cierto el temor de Camila, de que por ella habia de perder su crédito; porque la deshonesta y atrevida Leonela, después que vió que el proceder de su ama no era el que solia, atrevióse á entrar y poner dentro de casa á su amante, confiada que, aunque su señora le viese, no habia de osar descubrille: que este daño acarrean entre otros los pecados de las señoras, que se hacen esclavas de sus mesmas criadas, y se obligan á encubrirles sus deshonestidades y vilezas, como aconteció con Camila, que, aunque vió una y muchas veces que su Leonela estaba con su galan en un aposento de su casa, no solo no la osaba reñir, mas dábale lugar á que lo encerrase, y quitábale todos los estorbos para que no fuese visto de su marido; pero no los pudo quitar, que Lotario no le viese una vez salir al romper del alba: el cual sin conocer quien era, pensó primero que debia de ser alguna fantasma; mas cuando le vió caminar, embozarse y encubrirse con cuidado y recato, cayó de su simple pensamiento, y dió en otro, que fuera la perdicion de todos, si Camila no lo remediara. Pensó Lotario que aquel hombre que habia visto salir tan á deshora de casa de Anselmo, no habia entrado en ella por Leonela, ni aun se acordó si Leonela era en el mundo: solo creyó que Camila, de la misma manera que habia sido fácil y ligera con él, lo era para otro: que estas añadiduras trae consigo la maldad de la muger mala, que pierde el crédito de su honra con el mesmo á quien se entregó rogada y persuadida, y cree que con mayor facilidad se entrega á otros, y da infalible crédito á cualquiera sospecha que desto le venga: y no parece sino que le faltó á Lotario en este punto todo su buen entendimiento, y se le fueron de la memoria todos sus advertidos discursos, pues sin hacer ninguno que bueno fuese, ni aun razonable, sin mas ni mas, antes que Anselmo se levantase, impaciente y ciego de la zelosa rabia que las entrañas le roia, muriendo por vengarse de Camila que en ninguna cosa le habia ofendido, se fué á Anselmo, y le dijo: Sábete, Anselmo, que ha muchos dias

que he andado peleando conmigo mesmo, haciéndome fuerza á no

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