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Capítulo XXIII.

toda de alabastro, estaba un sepulcro de mármol con gran maestría fabricado, sobre el cual ví á un caballero tendido de largo á largo, no de bronce, ni de mármol, ni de jaspe hecho, como los suele ha- ber en otros sepulcros, sino de pura carne y de puros huesos. Te- nia la mano derecha (que á mi parecer es algo peluda y nerviosa, señal de tener muchas fuerzas su dueño) puesta sobre el lado del corazon, y antes que preguntase nada á Montesínos, viéndome sus- penso, mirando al del sepulcro, me dijo:-Este es mi amigo Duran- darte, flor y espejo de los caballeros enamorados y valientes de su tiempo: tiénele aquí encantado como me tiene á mí y á otros mu- chos y muchas Merlin, aquel frances encantador que dicen que fué hijo del diablo, y lo que yo creo es, que no fué hijo del diablo', si- no que supo, como dicen, un punto mas que el diablo. El cómo ó para que nos encantó, nadie lo sabe y ello dirá andando los tiem- pos, que no están muy lejos, segun imagino. Lo que á mí me ad- mira es, que sé tan cierto, como ahora es de dia, que Durandarte acabó los de su vida en mis brazos, y que despues de muerto le sa- qué el corazon con mis propias manos, y en verdad que debia de pesar dos libras, porque segun los Naturales, el que tiene mayor co- razon es dotado de mayor valentía del que le tiene pequeño.-Pues siendo esto así, y que realmente murió este caballero, ¿cómo ahora se queja y sospira de cuando en cuando, como si estuviese vivo? Esto dicho, el mísero Durandarte, dando una gran voz, dijo:-- O mi primo Montesinos, Lo postrero que os rogaba, Que cuando yo fuere muerto, Y mi ánima arrancada, Que lleveis mi corazon Adonde Belerma estaba, Sacándomele del pecho, Ya con puñal, ya con daga. 147 Oyendo lo cual el venerable Montesinos, se puso de rodillas ante el lastimado caballero, y con lágrimas en los ojos le dijo:-Ya, se- ñor Durandarte, carísimo primo mio, ya hice lo que me mandastes en el aciago dia de nuestra pérdida: yo os saqué el corazon lo me- 1 Ambrosio Merlin fué un ingles, tenido por mago, encantador y profeta entre los crédulos: floreció por los años de 480.

2 Esta pregunta la hizo Don Quijote. TOMO II.

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