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Don Quijote.

noche y la hora de cenar, y aunque el tiempo, al parecer suyo, se estaba quedo sin moverse de un lugar, todavía se llegó por él tàn- to deseado, donde le dieron de cenar un salpicon de vaca con ce- bolla, y unas manos cocidas de ternera algo entrada en dias. En- tregóse en todo con mas gusto que si le hubieran dado francolines de Milan, faisanes de Roma, ternera de Sorrento, perdices de Mo- ron, ó gansos de Lavájos, y entre la cena volviéndose al doctor, le dijo:-Mirad, señor doctor, de aquí adelante no os cureis de darme á comer cosas regaladas, ni manjares esquisitos, porque será sacar á mi estómago de sus quicios, el cual está acostumbrado á cabra, á vaca, á tocino, á cecina, á rabos y á cebollas, y si acaso le dan otros manjares de palacio, los recibe con melindre, y algunas veces con asco: lo que el maestresala puede hacer, es traerme estas que llaman ollas podridas, que mientras mas podridas son, mejor hue- len, y en ellas puede embaular y encerrar todo lo que él quisiere, como sea de comer, que yo se lo agradeceré y se lo pagaré algun dia: y no se burle nadie conmigo, porque, ó somos, ó no somos: vi- vamos todos y comamos en buena paz y compaña, pues cuando Dios amanece, para todos amanece: yo gobernaré esta Ínsula sin perdonar derecho, ni llevar cohecho, y todo el mundo traiga el ojo alerta y mire por el virote, porque les hago saber que el diablo es- tá en Cantillana, y que si me dan ocasion han de ver maravillas: no si no haceos miel y comeros han moscas.-Por cierto, señor gober- nador, dijo el maestresala, que vuesa merced tiene mucha razon en cuanto ha dicho: y que yo ofrezco, en nombre de todos los insulanos desta insula que han de servir á vuesa merced con toda puntualidad, amor y benevolencia, porque el suave modo de gobernar que en es- tos principios vuesa merced ha dado, no les da lugar de hacer ni de pensar cosa que en deservicio de vuesa merced redunde.-Yo lo creo, respondió Sancho, y serian ellos unos necios, si otra cosa hiciesen ó pensasen, y vuelvo á decir que se tenga cuenta con mi sustento y con el de mi rucio, que es lo que en este negocio impor- y hace mas al caso, y en siendo hora vamos á rondar, que es mi intencion limpiar esta insula de todo género de inmundicia y de gente vagamunda, holgazana y mal entretenida: porque quiero que sepais, amigos, que la gente valdía y perezosa es en la república lo mesmo que los zánganos en las colmenas, que se comen la miel que las trabajadoras abejas hacen. Pienso favorecer á los labrado- res, guardar sus preeminencias á los hidalgos, premiar á los virtuo- sos, y sobre todo tener respeto á la religion y á la honra de los re-

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