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Capítulo V.

grosera.-Calla, boba, dijo Sancho, que todo será usarlo dos ó tres años, que despues le vendrá el señorío, y la gravedad como de mol- de, y cuando no ¿qué importa? séase ella señoría y venga lo que viniere.-Medíos, Sancho, con vuestro estado, respondió Teresa, no os querais alzar á mayores, y advertid al refran que dice: Al hi- jo de tu vecino limpiale las narices, y métele en tu casa. Por cier- to, que seria gentil cosa casar á nuestra María con un condazo 6 con un caballerote, que cuando se le antojase la pusiese como nue- va, llamándola de villana, hija del destripa terrones y de la pela ruecas: no en mis dias, marido, para eso por cierto he criado yo & mi hija: traed vos dineros, Sancho, y el casarla dejadlo á mi cargo, que ahí está Lope Tocho, el hijo de Juan Tocho, mozo rollizo y sano, y que le conocemos, y sé que no mira de mal ojo á la mocha- cha, y con este, que es nuestro igual, estará bien casada, y le ten- dremos siempre a nuestros ojos, y seremos todos unos, padres y hi- jos, nietos y yernos, y andará la paz y la bendicion de Dios entre todos nosotros, y no casármela vos ahora en esas cortes y en esos palacios grandes, adonde ni á ella la entiendan, ni ella se entienda. -Ven acá bestia, y muger de Barrabas, replicó Sancho, ¿por qué quieres tú ahora, sin qué ni para qué, estorbarme que no case á mi hija con quien me dé nietos, que se llamen señoría? Mira, Tere- sa, siempre he oido decir á mis mayores, que el que no sabe gozar de la ventura, cuando le viene, que no se debe quejar si se le pasa: y no seria bien, que ahora que está llamando á nuestra puerta se la cerremos: dejémonos llevar deste viento favorable que nos sopla. (Por este modo de hablar, y por lo que mas abajo dice Sancho, di- jo el traductor desta historia que tenia por apócrifo este capítulo). ¿No te parece, animalia, prosiguió Sancho, que será bien dar con mi cuerpo en algun gobierno provechoso, que nos saque el pié del lodo, y casase á Mari-Sancha con quien yo quisiere, y verás como te llaman á tí Doña Teresa Panza, y te sientas en la iglesia sobre alcatifa, almohadas y arambeles, a pesar y despecho de las hidal- gas del pueblo? No sino estaos siempre en un ser, sin crecer ni menguar, como figura de paramento: y en esto no hablemos mas, que Sanchica ha de ser condesa, aunque tú mas me digas.-¿Veis cuanto decis, marido? respondió Teresa, pues con todo eso temo, que este condado de mi hija ha de ser su perdicion: vos haced lo que quisiéredes, ora la hagais duquesa ó princesa; pero sé os decir que no ello con voluntad ni consentimiento mio. Siempre, hermano, fní amiga de la igualdad, y no puedo ver entonos sin fun-