Yace aquí el hidalgo fuerte,
Que á tanto. estremo llegó
De valiente, que se advierte.
Que la muerte no triunfó
De su vida con su muerte.
Tuvo á todo el mundo en poeoi
Fué el espantajo y el coto
Del mundo en tal coyuntura,
Que acreditó su ventura,
Morir cuerdo y vivir loco.
Y el prudentísimo Cide Hamete dijo á su pluma: — Aquí quedarás colgada desta espetera y deste hilo de alambre, ni sé si bien corta- da, ó mal tajada, pénela mia, adonde vivirás luengos siglos, si pre- suntuosos y malandrines historiadores no te descuelgan para pro- fanarte. Pero antes que á tí lleguen, les puedes advertir y decir- les en el mejor modo que pudieres:
Tate, tate, foUoncicos ^
De ninguno sea tocada,
Porque esta empresa, buen Rey,
Para mí estaba guardada.
Para mí sola nadó Don Quijote y yo para él: él supo obrar y yo escribir, solos los dos somos para en uno, á despecho y pesar del escritor fingido y tordesillesco, que se atrevió, ó se ha de atrever á escribir con pluma de avestruz grosera y mal adeliñada las haza-
1 V«r8oi tomado! de un romance antiguo.