ñas de mi valeroso caballero, porque no es carga de sus hombros, ni asunto de su resfriado ingenio, á quien advertirás, si acaso lle- gas á conocerle, que deje reposar en la sepultura los cansados y ya podridos huesos de Don Quijote, y no le quiera llevar contra todos los fueros de la muerte á Castilla la Vieja', haciéndole salir de la fuerza, donde real y verdaderamente yace tendido de largo á largo, imposibilitado de hacer tercera jornada y salida nueva: que para hacer burla de tantas como hicieron tantos andantes caballeros bas- tan las dos que el hizo tan & gusto y beneplácito de las gentes á cuya noticia llegaron; así en estos, como en los estraños Reinos: y con esto cumplirás con tu cristiana profesion, aconsejando bien á quien mal te quiere, y yo quedaré satisfecho y ufano de haber si- do el primero que gozó el fruto de sus escritos enteramente, como deseaba, pues no ha sido otro mi deseo, que poner en aborrecimien- to de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías, que por las de mi verdadero Don Quijote van ya tropezando, y han de caer del todo sin duda alguna.-Vale.
1 Avellaneda, despues de encerrar & Don Quijote en la casa de locos de Toledo, corcluye de esta
suerte su Segunda Parte, que tantos rasgos de semejanza ofrece con la conclusion de la Primera de
Cervantes: Estas relaciones se han podido solo recoger con no poco trabajo, de los archivos man-
chegos acerca de la tercera salida de Don Quijote; tan verdades ellas como las que recogió el au.
tor de las primeras partes que andan impresas. Lo que toca al fin de esta prision y de su vida.....
no se sabe de cierto, pero barruntos hay y tradiciones de vejisimos manchegos; de que sanó y salió
de dicha casa del Nuncio.... Pero como tarde la locura se cura, dicen que volvió á su tema, y que
comprando otro mejor caballo, se fué la vuelta de Castilla la Vieja, en la cual le sucedieron estu-
pendas y jamas oidas aventuras, llevando por escudero & una moza de soldada, que halló junto
& Porrelodones, vestida de hombre.... cuenta que la dejó encomendada á un mesonero de Valdesti.
las; y que él sin escudero pasó por Salamanca, Avila y Valladolid, llamándose Caballero de los
Trabajos, los cuales no faltará mejor pluma que los celebre.
Esto indicaba en Avellaneda la intencion de continuar la historia de Don Quijote. Y no contento
con la continuacion de la del caballero, la ofrecia tambien de la del escudero cuando, despues de re-
ferir que Sancho y su muger Mari Gutierrez se acomodaron en la corte con el Archipámpano, decia:
los sucesos de estos buenos y cándidos casados remito á la historia que de ellos se hará andando