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Don Quijote.

gan y llaman y entran & cualquier hora, por tarde que sea?-Ha- Hemos primero una por una el alcázar, replicó Don Quijote, que entonces yo te diré, Sancho, lo que será bien que hagamos: y ad- vierte, Sancho, que ó yo veo poco, ó que aquel bulto grande y som- bra, que desde aquí se descubre, la debe de hacer el palacio de Dul- cinea.-Pues guie vuesa merced, respondió Sancho, quizá será así, aunque yo lo veré con los ojos y lo tocaré con las manos, y así lo creeré yo, como creer que es ahora de dia. Guió Don Quijote, y habiendo andado como docientos pasos, dió con el bulto que hacia la sombra, y vió una gran torre, y luego conoció que el tal edificio no era alcázar, sino la iglesia principal del pueblo, y dijo:-Con la iglesia hemos dado, Sancho.-Ya lo veo, respondió Sancho, y ple- ga á Dios que no demos con nuestra sepultura, que no es buena señal andar por los cimenterios á tales horas, y mas habiendo yo dicho à vuesa merced, si mal no me acuerdo, que la casa desta se- ñora ha de estar en una callejuela sin salida.-Maldito seas de Dios, mentecato, dijo Don Quijote: ¿adónde has tú hallado, que los alcá- zares y palacios reales estén edificados en callejuelas sin salida?- Señor, respondió Sancho, en cada tierra su uso, quizá se usa aquí en el Toboso edificar en callejuelas los palacios y edificios grandes: y asi suplico & vuesa merced me deje buscar por estas calles ó ca- llejuelas que se me ofrecen, podria ser que en algun rincon topase con ese alcázar, que le ven yo comido de perros, que así nos trae corridos y asendereados.-Habla con respeto, Sancho, de las cosas de mi señora, dijo Don Quijote, y tengamos la fiesta en paz y no arrojemos la soga tras el caldero.-Yo me reportaré, respondió San- cho: ¿pero con qué paciencia podré llevar, que quiera vuesa mer- ced, que de sola una vez que ví la casa de nuestra ama, la haya de saber siempre y hallarla á media noche, no hallándola vuesa mer- ced, que la debe de haber visto millares de veces? Ta me harás desesperar, Sancho, dijo Don Quijote: ven acá, herege, no te he di- cho mil veces, que en todos los dias de mi vida no he visto á la sin par Dulcinea, ni jamas atravesé los umbrales de su palacio, y que solo estoy enamorado de oidas y de la gran fama que tiene de her- mosa y discreta?-Ahora lo oigo, respondió Sancho, y digo, que pues vuesa merced no la ha visto, ni yo tampoco.-Eso no puede ser, replicó Don Quijote, que por lo menos ya me has dicho tú, que la viste ahechando trigo, cuando me trujiste la respuesta de la carta que le envié contigo.-No se atenga á eso, señor, respondió

Sancho, porque le hago saber, que tambien fué de oidas la vista y