Página:El jardín de los cerezos.djvu/14

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
10
ANTÓN P. CHEJOV

escritor. El autor de las presentes líneas conoció a Chejov cuando éste no había cumplido aún sus veinticinco años. Era un joven modesto, reservado; hablaba poco y meditaba mucho, y apenas hechas sus primeras armas en el campo literario, las decepciones le amargaban. Acababa de compilar, bajo el título de En el Crepúsculo, una serie de cuentos y novelitas publicadas en periódicos y revistas sin importancia. El narrador de primer orden revelábase ya. La Bruja y La Pesadilla son pequeñas obras maestras. Sus primeros ensayos, reunidos en volumen, vendíanse, porque Rusia es un gran mercado; pero el éxito, el que forja la reputación y la gloria, no venía.

El carácter un poco arisco de Chejov no le granjeaba precisamente simpatías. Achacábase a presunción y a orgullo lo que, en el fondo, no era sino timidez. Los críticos tachaban de falsa su sencillez, calificaban de groseros sus chistes, y no pocos veían en él una superficialidad ingeniosa y brillante, detrás de la cual no existía nada. Chejov continuaba escribiendo novelas cortas y más novelas cortas, como si pretendiera especializarse en este género. Éxitos fueron la Historia melancólica, La sala número 6, El relato de un desconocido. Alguien ha dicho de Chejov que «se mostró artista superior en un género inferior». Muchos de sus relatos breves quedarán como modelos. Observaba, sentía, y como si temiera que la realidad se le escapase, trasladábala al papel con rasgos rápidos, agudos, crueles. Antes de tener tiempo de profundizar un caso, analizarlo y desenvolverlo, nuevas sensaciones asaltaban su espíritu. Así llama la atención la increíble diversidad de sus tipos, la sucesión de episodios imprevistos que intercala en sus relatos, lo copioso y minucioso de los detalles. La materia le sobraba; él acopiábala de continuo; sin embargo, cuando intentaba tomar grandes vuelos, elevarse por encima de la vida usual, faltábale el aliento y deteníase a poco de haber movido sus alas.

Consecuente con la gran tradición literaria rusa, Chejov es un humorista. Su humorismo pone de relieve, hace resaltar, engrandece, extrae de la vulgaridad lo que tratado seriamen-