Página:El libro de los cuentos.djvu/241

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
EL LIBRO DE LOS CUENTOS. — 241

nos detengamos en el viaje; y como si la suerte le favoreciese, cátate que en el mismo dia llevaban á quemar viva una negra de unos sesenta años, casi tan fea como él, porque lo que es mas seria pedir gollerías.

Ya estaba la pobre negra atada y sujeta encima de diez ó doce carretadas de leña, y el verdugo echando yescas para encender faego, cuando oportunamente llegó D. Lesmes á salvarla. Todo se detuvo: el jefe de la tribu se acercó, y dijo:

— ¡Desgraciada! todavía es tiempo. Este buen estranjero te reclama. ¿Quieres morir, ó casarte con él?

La negra levantó la cabeza, miró á D. Lesmes, y dijo:

— Que enciendan la antorcha.

— ¿La de Himeneo? preguntó un negro que debia ser erudito.

— No: la de la hoguera. Morir es mejor.

D. Lesmes murió soltero.


Los comestibles mas baratos.

Ún artesano no muy rico envió á su hijo á estudiar á Salamanca, y para poder sobrellevar los gastos de la carrera, le dijo:

— No soy un poderoso, hijo mió, y es necesario que comas de lo mas barato, porque de otra manera no te podré sostener y tendrás que volverte.

Nuestro estudiante llegó á la ciudad, y dijo para sí: necesito obedecer á mi padre; fué al mercado y preguntó:

— ¿Cuánto vale un cerdo?

— Unos ochocientos reales.

— ¿Y una vaca?

— Quinientos.

— ¿Y un carnero?

— Ciento.

— ¿Y un cordero?

— Treinta.