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EL LIBRO DE LOS CUENTOS. — 87


sorprendió en el claustro antes de llegar á su dormitorio.

Enterado del caso, y después de haberle reprendido como merecía, le dijo:

— Y puesto ya en el lance, ¿cómo dejó V. allí lo demás?

— Señor, respondió el novicio, por quitarme de malas lenguas.


El pacto con el verdugo.


Por bueno, es claro, azotó
La justicia cierto dia
A un hombre, y como temia
La pena, al verdugo dio
Una suma de dinero
Porque ablandara la mano
La solfa de canto llano.

Tomólo, pues, y el primero
Azote fué tan cruel,
Que la sangre reventó:
Y cuando el reo volvió
La cara de probar hiél,
Le dijo: — Con tales modos
Vuestra deuda satisfago;
Mirad la amistad que os hago;
Así hablan de ser todos.


El rey levantando un burro.

Caminando de Aversa á Cápua el rey D. Alonso V de Aragón, acompañado de varios caballeros de su corte, quiso adelantarse, como tenia de costumbre, para esplorar el campo y examinar por si mismo los peligros que se presentasen.

Yendo de esta forma, y llevando mucha ventaja á sus gentes, al declinar una pequeña colina vio no á mucha distancia, en lo profundo del valle, un hombre á quien se le habia.caido en el lodo un asno cargado de harina que se esforzaba en vano por