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escolta de un barón de otros tiempos que iba á engrosar las huestes del rey de Francia. El resto de nuestra comitiva estaba compuesto de criados, y de un aficionado factótum, llamado señor Miguel, procurador de la misión cotólica, traficante en antiguallas, y muy instruido en esta especialidad, que en Bagdad'no deja de ser lucrativa. Era un escelente sugeto, adicto á prueba de bomba, y en verdad que en aquellas circunstancias no hubiéramos podido encontrar otro camarada que mas nos viniese á pedir de boca.

Después de dejar á la izquierda el cerro aislado de Abon-Ronte (el padre de las cabezas), nombre que recuerda un sangriento episodio de los combates empeñados en aquel distrito, pasamos en barca un ancho brazo muerto del Tigris, llamado el Kbor. Alli volvía el Tigris á aparecemos, gracias á una de las enormes curvas que empiezan en Bagdad y no concluyen basta Kont y Amara. El rio es siempre magestuoso, y no ofrece allí el triste aspecto que tiene mas ahajo, en Seleucia. Un bosque, verde, espeso y lozano, cubre la orilla izquierda, y por un vigoroso contraste hace resallar mas y mas la desnudez del terreno que algunos momentos antes nos causaba un verdadero desconsuelo. Y no se crea que aquel suelo fuese infecundo por su naturaleza. A pesar del matiz blanquecino ó calizo que afecta en casi toda su estension, aquel terreno aluvial está dotado de un vigor productivo que debe ser casi igual al de las tierras de Flandes de mediana calidad. Donde quiera que el ribereño se toma la molestia de establecer una noria de riego, la tierra, poco abonada, se cubre de soberbias mieses, y mis ojos, fatigados por la reverberación, hallaban un descanso en anchos sembrados de trigo, que terminan junto á una línea tortuosa de escarpas cenicientas, casi paralelas al rio. Aquellas escarpas se llaman Chdt el Atiske, "la antigua orilla.» Observé con atención aquel vestigio curioso de las variaciones que ha esperimenlado el ciurso del Tigris desde los tiempos históricos, asombrándome que en ambos lados de las escarpas el terreno se hallase exactamente en el mismo nivel.'En el punto en que yo llegué al Chat el Atiske, desemboca un antiguo cañal cegado que se dirige hacia Akerkonf, siendo aquella la primera muestra que se me ofrecía de los centenares de canales que cubrían á Babilonia y que tendré que describir mas adelante.

Pasaré por alto los pormenores de aquella enojosa travesía, descrita ya por Niebuhr, Bich y Fraser. Después de dos horas y media de presurosa marcha, nos detuvimos para almorzar en lítian-Asad, donde tuvimos la suerte de encontrar en el primer piso un cuartucho único, y no muchas pulgas.

Los khans se hallan escalonados en el camino, distando unas dos horas uno de otro. Algunos, han sido edificados por piadosos musulmanes del rito chía (á quienes llamaremos chidtos), deseosos de favorecer las peregrinaciones de sus correligionarios á las ciudades santas de Kerhela y Meched-Alí; otros, deben su origen á una especulación que no es de las peores, porque el camino que nosotros seguimos está sumamente frecuentado, y los khandjis no dan á nadie albergue.

Todos los khans se parecen. Consisten en un gran espurio cuadrado, que contiene bellas y cómodas cuadras capaces de contener de 160 á 200 caballos. Algunas veces, aunque no siempre, un pabellón que corona la azotea que forma el techo de los establos y que en caso necesario puede servir de vigía, está en aptitud de recibir de doce á quince viajeros. Estos, sin embargo, suelen preferir echarse á la bartola en el patio ó en la azotea.

Mis lectores se asombrarán al saber que en aquellos establecimientos tan útiles, se piensa mas en cuidar bien á los animales que á los hombres. Lo contrario es precisamente lo que escandalizaría á un árabe, y en general, á todos los hijos de Oriente. El árabe es de opinión de que después de una larga caminata, al ardor del sol, caminata que termina al ponerse éste para volver á empezar al dia siguiente, el útil servidor merece mas consideraciones que su amo, el cual no tiene ó no debe tener muchas necesidades. Conozco yo mas de un francés que acerca del particular opina lo mismo que el hijo de Ismael.

Almorzamos alegremente y no muy mal. Las gentes del pais vinieron á ofrecernos algunas antigüedades. Yo compré un objeto muy curioso, un strigulum de alabastro que estaba muy lejos de figurarme encontrar en Babilonia. Era absolutamente igual á otro de tierra cocida que cinco años antes había comprado en Assonan, cerca del trópico, á un fellah egipcio, cuya familia, según me dijeron, tenia desde algunos siglos el monopolio de la fabricacion de aquellos artículos. El strigulum es un producto bastante original del sibaritismo de Oriente. Está destinado á producir en el cútis del que se baña un efecto higiénico bastante análogo al que produce la almohaza en la epidermis de las caballerías. Pero el strigulum babilónico es macizo, al paso que el de Assonan es hueco y tiene dentro un guijarro que, al agitarse el instrumento, causa el mismo ruido que una calabaza llena de piedrecitas, de suerte que el hijo de Faraón se puede estrillar ó almohazar á medida de su gusto, y al mismo tiempo proporcionarse en su baño una tocata como Ya deltat hamza fadda, ó bien, ¡Aho, aho, en Nusserani!

No bien el vendedor había cogido mis monedas , se presentó otro á M. Peretier, mostrándole triunfalmente un objeto antiguo que nos hizo prorrumpir en una estrepitosa carcajada. Era un pastorcillo de porcelana, como los que en Europa sirven de. tintero ó de. fosforera. El árabe se fue sin saber lo que le pasaba , no pudiendo comprender la estupidez de unos franchutes que invertían su dinero en un objeto de tierra cocida de color de ladrillo, y no ofrecían ni un sueldo por una figurita muy remona vestida de-azul, con una carita sonrosada y unos zapatitos los mas graciosos.

Después de una hora de alto, emprendimos de nuevo la marcha. En cinco cuartos de hora llegamos á un ancho canal desaguado, cuyo lecho, mas elevado (pie el nivel de la llanura, corre desde el Eufrates al Tigris entre dos escarpas desmoronadas por el tiempo. Otro canal, mas pequeño y mas bajo, corre paralelamente al primero, y el todo está completado por un canal moderno, cuya agua rápida acarrea un cieno rojizo, siendo el mas insignificante de los tres.

Saludo casi con respeto aquel testigo antiguo de las pasadas edades. Se trata nada menos que del famoso Nahar-malaha (rio real) de los reyes de Babilonia. Según Plinio, un sátrapa de Babilonia lo mandó abrir j para hacer derivar hacia el lecho del Tigris el esceso de las aguas del Eufrates en los desbordamientos periódicos de este gran rio. Alejandro trató de hacerlo reparar, y Trajano y Severo lo ahondaron y volvieron navegable. Juliano, en su brillante campaña de Babilonia, lo encontró, según refiere Amia no Marcelino, cegado y casi lleno de piedras, lo que yo no me atrevo á creer, habiendo visto ron mis propios ojos la dificultad que hay de encontrar en Babilonia una piedrecita de mala muerte. Restableció el curso de aquel rio fósil, como le llama el historiador romano, y en él embarcó sus tropas para descender hasta el Tigris. Aquella zanja, que nada ofrecía de particular que pueda llamar la atención del observador, había, pues, ocupado el pensamiento de cuatro de los mas grandes sóbennos de la antigüedad, sin contar los que la historia no nombra.

¡Cuántos nombres y cuántas recuerdos en aquel pedazo de tierra!

(Se continuará.)

M. Guillermo Lejean.

GEOGRAFIA Y VIAJES.


FILIPINAS.

(CONTINUACION.)

Para completar estos apuntes y para que sus detalles sean mas exactos y curiosos, vamos á copiar á continuación , dos festivas y bonitas poesías del fecundo escritor público, señor Lerena, que hemos encontrado en la antigua Ilustración filipina. En estas composiciones poéticas se refieren con gracia otras interesantes particularidades del país á que nos contraemos. También debemos advertir, en obsequio del culto que siempre rendimos á la verdad, que la última parte de estos humildes apuntes está tomada, en sustancia, de ciertos apreciables artículos que se publicaron en el espresado semanario filipino.

Suceden aquí en Manila
cosas tan estraordinarias,
que son dignas de mención
por singulares y raras.
Aunque muchas de estas cosas
han sido ya relatadas
con mas luces, con mas gusto,
con mas chispa y con mas gracia
que pueda, lectores míos,
practicarlo el que ahora os habla,
me ocurre el capricho de
repetirlas ó aumentarlas,
ó variarlas el estilo,
la entonación ó la facha,
en fin, de decirlas yo...
y valga por lo que valga.
Si esclama el lector, ¿qué cosas
son las que en Manila pasan
que especial mención merezcan
por singulares y raras?
Yo al lector suplicaré
se siente en silla ó butaca
y escuche, porque allá va
la relación de unas cuantas.
     __________

Aquí on Manila sucede
que los pájaros no cantan,
ni tienen olor las flores,
ni cariño las muchachas.
Que amor las niñas no tengan
á la verdad no me estraña,
porque esto pasa en Turquía,
en Rusia y en Alemania,
en Africa, y en América,
en Inglaterra y en Francia,
y ha pasado y pasará
siempre donde niñas haya,
escluyendo á mis lectoras
que amarán, amaron y aman,
al hombre que tenga lo...
que por sabido se calla.

Basta ya de digresión
y vamos á la sustancia.
Aquí se comen los chicos ([1]
crudos y también las mangas [2]
y los lanzones no pinchan,
pero los parados [3] andan;
y cantan las lagartijas,
y vuelan las cucarachas,
y los banqueros [4] mas ricos
no tienen un real de plata.
En las ramas de los árboles,
en lugar de la calandria,
el ruiseñor y el gilguero,
ú otros pájaros ó pájaras,
canta el lagarto chacón
y á veces también las ranas.
Hay puntos en que el arroz
tiene que segarse en lancha,
y también se pesca en seco
igual que se siembra en agua.
Los hombres van en camisa
siempre por calles y plazas,
y en enero como en julio
la gente toda se baña.
Por escala hay que subir
aquí en Manila a las casas,
y pasar una caida [5]
Antes de entrar en la «ala.
Hay esteros, [6] y no pocos,
que en diez años no se acaban,
y se da el nombre de niños
a muchos que peinan canas.
Hay además una scolta [7]
que inmensas riquezas guarda
y escoltada ser merece
para que no guarde tantas.
Generalmente los vagos [8]
son los que aquí mas trabajan,
asi como son los perros
los que mas ratones matan.
En la península el coco
á los muchachos espanta;
aquí al coco los muchachos
lo cogen y lo maltratan,
se lo comen, se lo beben,
y muchos hasta lo guardan
y en su seca calavera,
riendo, beben el agua.
Las hormiguitas, si pican,
la misma ampolla levantan
y el mismo dolor producen
que la avispa cuando clava
su ponzoñoso aguijón
en piel fina y delicada.
Los barcos de cabotaje
se cruzan por estas aguas,
conduciendo sólo picos [9],
porque picos sólo cargan.
Las bancas [10] son ambulantes;
la morisqueta [11] no engaña;
el volador ó cometa
que el niño al espacio lanza
no tiene cola ni rabo,
y dos tirantes le bastan
para hendir raudo los vientos
como el azor ó la garza.
Cualquiera puede á la fuerza
hacer una caminata,
sin que agena voluntad
le obligue á emprender la marcha.
Los globos [12] son de cristal,
de vidrio las damajuanas [13],
se venden chupas [14] de aceite,
hay de carne y hueso batas [15].
A cientos están las conchas
en balcones y ventanas;
y hay ¡gran Dios! tantos petates [16]
cual personas en las casas.
          ____
Los que no han visto á Manila
mas que en el forro del mapa,

  1. Fruta redonda y parda.
  2. Fruta especial del país, parecida al melocoton.
  3. Barquichuelos, o bordes pequeños
  4. Remeros ó dueños de las bancas ó lanchas
  5. Pasillo.
  6. Riachuelos.
  7. Calle mayor.
  8. Son las personas recientemente establecidas en aquellas islas, de cualquier clase ó condición que sean.
  9. Quintales.
  10. Lanchas ó botes.
  11. Arroz cocido simplemente.
  12. Lámparas.
  13. Botellones.
  14. Medida pequeña.
  15. Chicos o muchachos.
  16. Esterilla fina.