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eché yo mis cuentas de que algo podrían servirme también á mí de entretenimiento los espectáculos que los Campos ofrecían, y acaso, acaso, distraerme de la melancólica situación en que me hallaba.

Tentación fue aquella que resistí varonilmente.

—No, esclamé, me he propuesto huir del mundo, sus pompas y vanidades, mientras ella no vuelva: llevaré á cabo mi propósito.

Al llegar á casa, me encontré con esta carta de mi amada, que contenia estas líneas:

«Alhama... 186...

Querido Fernando: Llegamos sin novedad alguna á estos baños. Papá piensa tomarlos quince dias; lleva sólo cuatro por el mal tiempo que hace. Nuestro amor que creías tú imposible, es cada vez mas realizable pues siempre eres tú el tema de nuestras conversaciones, y aun cuando yo nada me atrevo á insinuar sobre el asunto, después de la gran oposición que se nos hizo, las cosas van cambiando como no puedes presumirte.

P. D. No me contestes: no quiero que sospechen que falto á la palabra que les di de no volver a tener relaciones contigo sin participárselo.»

Aquella carta me dejó estupefacto.

Yo no podia escribirla. Anteriormente me prohibió que la siguiera á la espedicion. Nuestro amor, sin embargo, progresaba. Era evidente que tenia que resignarme a matar el tiempo.

Pero matar el tiempo consecuentemente era abstenerme de frecuentar las reuniones, los teatros, los conciertos: tenia que renunciar á los Campos Elíseos.

Continué mis diarias espediciones, alargándolas hasta Vallecas, Carabanchel Alto, el Pardo, etc., etc. En una de estas espediciones observé en el Alto Carabanchel, que sacaban varios muebles de una bonita casa.

Me acerqué á la puerta, pregunté, y supe que los vecinos abandonaban el Campo por otra escursion mas lejana de la córte. Corrí á hablar con el dueño de la finca, la alquilé, y me instalé en el cuarto abandonado, precioso retiro con su jardín, su fuente, su azotea, y una habitación en piso bajo de las mas lindas que pude imaginar.

Con la prisa, me olvidé de comprar el loro que cual otro Robínson pensé tener por compañero de infortunio; pero desistí luego de adquirirle, no fuera que con su charla atrajese á alguna gente de la vecindad que viniera á interrumpirme en mis abstraídas elucubraciones.

Por la noche, al acostarme en mi nuevo domicilio, me hice la ilusión de que acababa de emprender un largo viaje, y á consecuencia de él me hallaba mas cerca de mi adorada, siendo así que, aunque poco, me había alejado: dormí tranquilamente pensando haber encontrado un escelenle medio de matar el tiempo, y á la mañana siguiente, entre bostezo y bostezo, me pasé una hora sin abandonar el lecho.

Cuando me levanté, recorrí el jardín, me senté en la yerba, arranqué algunas amapolas, anduve arriba y abajo con la regadera, espanté un par de gorriones, tiré dos cantos á un gato de la vecindad que se asomó en la albardilla del muro, seguí con minuciosa atención las evoluciones de un ejército de hormigas, corrí en persecución de una mariposa y revolví con un palo el pequeño receptáculo de la fuentecílla, haciendo una interpelación á los peces.

Saqué la carta de mi adorada y la leí tres veces, volví á guardarla, planté una fotografía mía de tárjela sobre un montoncillo de arena, y cogiendo dos peladillas muy chatas, me puse á ver si la derribaba, desde bastante distancia.

En estos inocentes entretenimientos me llegó la hora de almorzar (á la décima vez que saqué el reló) y almorcé.

Después dormí la siesta, que no fue corta, y por la tarde repetí las operaciones de la mañana.

Comencé, sin embargo, á reflexionar que no conseguía matar el tiempo. Acabé de convencerme de ello: era ya de noche y me acosté.

A la mañana siguiente, al levantar la persiana de la reja de mi gabinete, que daba á la carretera, me encontré con una sorpresa: un ramo de flores ocultaba un pequeño billete que alguna delicada mano acababa de dejar.

—Yo no mataré el tiempo, murmuré, pero alguno le ha perdido lastimosamente esta noche.

(Se emHmtrá.)

F. DE ZüLUETA.


AJEDREZ.

PROBLEMA NUM. 97,

POR D. M. FONTANA (LORCA).

NEGROS.


BLANCOS.

LOS BLANCOS DAN MATE EN CUATRO JUGADAS.

SOLUCION DEL PROBLEMA NÚM. 90.

BIIMOS. L"R7TDtP 2. a C 5 R t P 3." R 6 C D 4. a C 7 n 5. * C 8 C D 6. * C 6 T D 7.' C 5 ADjaq.mat. 1. 'P4R 2. 'R5CDtP 3." R5TD 4. "R5CD r 5 t n 6.' P 5 C I)


SOLUCIONES EXACTAS.

Señores A. Méndez, E. Castro, E. Piaz, M. Lerroux y Lara, J. González, J. Gómez, M. Ruiz, M. Zafra, D. García, J. Martínez, M. Rivero, M. Martínez, J. Rex, J. Giménez, S. Luna, P. Torres, H. Sierra, A. Pérez, de Madrid; M. Fontana, de Lorca; M. Zamora, de Almería.

SOLUCION DEL PROBLEMA, NÚM. 9ñ.

Señores M. Ruíz, de Barcelona; I. Aranda, de Valladolid; E. Rodríguez, de Sevilla



GEROGLIFICO.

SOLUCION DEL ANTERIOR.

Luna de miel en Trillo, será miel de la Alcarria.

La solución de éste en el número próximo.

DIRECTOR Y EDITOR RESPONSABLE D. JOSÉ GASPAR

IMPRENTA DE GASPAR Y ROIG, EDITORES: MADRID, PRÍNCIPE