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se puede pedir en boca de un turco, y cuanto pueden desear contribuyentes cristianos.

Como cada dia va siendo más crítica la situación de España, no debe pasmarnos que toda la prensa extranjera se ocupe en examinar nuestra marcha y el término á que ha de llegar en su carrera. Natural es, que los protestantes y otros sectarios de diversas religiones, por la parte que les toca, estén contentos con la decisión que establece la libertad religiosa, sin importárseles mucho el resultado que tengan los demás problemas sujetos á la decisión de la soberanía pública. Un órgano de estos favorecidos, hace una breve historia de la manera rápida con que en España han triunfado los esfuerzos de la sociedad bíblica propagandista, manifestando, que, desde noviembre último en que se estableció un puesto de venta de sus biblias y folletillos en el pasage del Iris, (traduciones de Cipriano de Valera,) se han vendido cinco millones de ejemplares, habiendo dia en que la venta llegó á la considerable suma de tres mil de estos libritos y folletos. De evangelios parece que se han despachado hasta doscientos mil ejemplares, y actualmente se hace una edición nueva que no bajará de un millón de copias. Nosotros no hemos visto las cuentas, pero nos parece que en estas sumas debe haber algún cero de puro adorno.

La verdad es que el movimiento de la España de hoy en esta dirección, asi como las ideas vertidas por algunos diputados radicales en el Congreso, han producido la consiguiente afirmación y revalidación de las creencias católicas en aquella parte de la sociedad que sostiene la tradición y la fe de nuestros abuelos, y este estado de tirantez y exacerbación por ambas partes esplica muchos de los sucesos que han tenido lugar en varios pueblos y en Madrid mismo, y que por haberse tratado en las Cortes cuyas sesiones son de todos conocidas nos ahorran de referirlos á nuestros lectores.

Ya se ha impreso y puesto á la venta y aun están próximos á agotarse los ejemplares de la Fiesta literaria , ó sea la colección de composiciones poéticas que varios de nuestros distinguidos escritores leyeron en el Senado el dia del aniversario de Cervantes, y una de las! cuales tuvimos el gusto de publicar en las columnas de El Museo. Tenemos entendido que lo mismo se hará con las que se presenten para las fiestas y aniversarios que van á celebrarse en honor de varios hombres célebres de nuestra patria, por la asociación de conferencias que preside el señor don Fernando de Castro, y recomendamos á nuestros lectores su adquisición por ser libro de mérito.

Entre los nuevos periódicos que cada dia vienen á alimentar la curiosidad que el pueblo español muestra hacia las cosas políticas, llama la atención por su forma y fondo el que lleva por título Boletín Diplomático, de diez y seis páginas de impresión, consagrado especialmente á la noticia de documentos de la índole á que se refiere el título, pero que no por eso deja de amenizar sus columnas con artículos de fondo, correspondencias de las primeras capitales de Europa, noticias generales y trabajos científicos y artísticos. Es uña publicación al estilo del Memorial Diplomatique, de París, que satisface cumplidamente alas exigencias de nuestra vida política y que no dudamos llegará entre nosotros á la altura 'que su colega en Francia.

Bien quisiéramos cerrar nuestra revista con una descripción de la gran fiesta de San Isidro; pero como en otro lugar publicamos un trabajo especial debido á la erudita pluma de nuestro colaborador señor Biedma, entendido como pocos en los anales de Madrid, solo diremos que no ha faltado esa animación y alegría que la distingue de todas las fiestas populares de los madrileños, y por asistir á la cual darían los modernos mantuanos lo que estaba dispuesto á dar el hidalgo manchego por dar una mano de coces al traidor de Galalon.

Nicolás Díaz Benjumea.

SAN ISIDRO LABRADOR,

PATRÓN DE MADRID.

Su historia, la de su festividad, tradiciones y monumentos.

Todo él que ha nacido bajo el despejado cielo de la ex-coronada villa, todo el que siente latir en su pecho un corazón verdaderamente madrileño, no puede menos de sonreír, alegrarse y entusiasmarse al oir hablar del dia de San Isidro. ¡Cuántos que no han nacido en la población situada á orillas del Manzanares, que proceden de lejanas provincias y aun de extraños países, sonríen, se alegran y entusiasman en aquella solemnidad corriendo entre los madrileños en la secular tartana, el abigarrado ómnibus ó el humilde auriga de alquiler á dar una vuelta en torno de la ermita del santo, á saludarle en aquel dia y á olvidar por un momento sus penas á los sonidos de una música más popular que armoniosa, á los chillidos de los vendedores, los lloros de los niños, los cánticos del pueblo, los graciosos dichos de las degeneradas manólas y las insinuantes miradas de las jóvenes de todas las clases de Madrid! Aquel dia no hay pobres — en la villa, de las cercanías vienen como un enjambre de hormigas — cada cual gasta lo que ha ahorrado ó han ahorrado otros para él, y se olvida del mañana brindando sin cesar en el almuerzo ó la merienda, convidando á cuantos encuentra á su paso ya sean amigos ó siquiera no los conozca, y confiando en fin en que San Isidro le protegerá el resto del año, pues gasta en honra suya hasta su último maravedí.

¿Quién es este héroe al que tanto se celebra, cuyo triunfo se repite todos los años, y cuya memoria vivirá tanto ó más que la de la corte de las Españas, de esa corte que hizo temblar algún dia al mundo, y en cuyos dominios no se ponia nunca el sol? Ese héroe no es un rey, ni un potentado, fue un pobre labrador, un infeliz albañil, que con el esplendor de sus virtudes ha conseguido se postren ante él los reyes y los emperadores, los grandes y los prelados, y ha compartido en el cielo el trono de San Fernando. Con razón, pues, le celebra el pueblo de Madrid, que le mira como su compatriota y hermano, pues comprende que a su ejemplo, el ser más desgraciado puede aspirar á una corona eterna, y alcanzar esa felicidad que es el único deseo del hombre al nacer gimiendo en la tierra.

San Isidro nació en Madrid por los años 1080 ó 1082 siendo hijo de un labrador, que le puso este nombre sincopado del de Isidoro por devoción á este santo arzobispo de Sevilla, cuyos restos habían sido trasladados pocos años antes á instancias del rey don Fernando désde aquella ciudad á la de León. Supónesele bautizado en la parroquia de San Andrés, á cuya feligresía siguió perteneciendo hasta después de su muerte. Su educación fue pura, religiosa é inocente como de hijo de labrador que sólo confía en la Providencia para el sostenimiento de su familia. Asegúrase, sin embargo, que sus padres le enviaron á la escuela donde aprendió á leer, lo cual no era muy común en aquella época, y que á su lado adquirió esa tierna piedad que le distinguiera el resto de su vida, llevándole á orar á la iglesia del Almudena, la más antigua de esta villa, costumbre que no abandonó á pesar de las rudas tareas á que hubo de entregarse para ganar el sustento con el sudor de su rostro. Dedicóle su padre á la labranza, y cuando este le faltó, continuó en este género de ocupación, trabajando otras veces como albañil en abrir pozos y bodegas, favoreciéndole en estos casos el Señor con algunos sucesos milagrosos. El que abrió en casa de una señora llamada doña Nufla, que probablemente será el de la calle Mayor, fue eje esta manera maravillosa, refiriéndose lo mismo de otro que hizo en la calle de Toledo, entonces extramuros, en una casa de las hermanas doña María y doña Isabel Falconí.

Un caballero apellidado Vera le llamó á su casa con este objeto, y prendado de sus buenas cualidades, le propuso encargarse del cultivo de sus tierras. Aceptó la oferta y no tuvo que arrepentirse su amo, pues Dios bendijo sus heredades que produjeron desde entonces más quejas de ninguno de los labradores madrileños. Isidro, sin embargo, no olvidaba la oración por el trabajo, y su caridad era tan grande eme socorría no sólo á los pobres sino también á los pajarillos arrojándoles grandes puñados de trigo. Un dia encontró á unos mendigos camino del molino, cuyo semblante daba tan evidentes pruebas de miseria que les ofreció parte del trigo que llevaba aun cuando pertenecía á su amo. Aceptaron y llenó cada cual su saco ó montera, pero al llegar al molino y comenzar á moler, el trigo habia mermado de modo que no pudo menos de notarlo el molinero. Admiróse por lo tanto de la mucha harina que producía y creyó se la habia hurtado á sus compañeros, mas Isidro para convencerle le cedióla harina por una porción de trigo igual á la que habia llevado, el cual volvió á moler y dio mayor cantidad dé harina, por lo que el molinero le pidió perdón por su injuriosa sospecha. Los buenos resultados del trabajo de Isidro ocasionaron envidias y se le acusó calumniosamente á su amo; este fué á cerciorarse por sí mismo y le vio desde una colina cercana orando arrodillado debajo de un árbol, mientras la yunta araba por sí misma. Acercóse á él Vera y quiso el santo disculparse, mas no escuchó sus palabras, pues en realidad nada había perdido.

Pero habiéndose apoderado los moros de Madrid después de la muerte del rey don Alfonso, Isidro se retiró á Torrelaguna, donde tenia algunos parientes, y no tardó' en quedar de criado en casa de un labrador rico. La malicia de sus compañeros le hizo esperimentar muchos sinsabores, pues creyendo su amo sus calumnias, le imponía mayor trabajo del acostumbrado, el cual ejecutaba el santo con |la mayor facilidad. Se hallaba muy lejos de estar satisfecho, cuando notó que el pegujal de Isidro, ó pedazo de tierra para sembrar, que daban entonces en Castilla los amos á los criados en vez de salario, producía por sí solo mucho más que toda su^ hacienda , y sospechoso de su fidelidad comenzó á maltratarle, pero Isidro le dijo: — Tomad todo el grano, y yo me que quedaré con la paja.— La trilló de nuevo y obtuvo una cantidad igual ó mayor de grano. Por consejo de sus parientes contrajo matrimonio con una joven llamada María[1] natural de Uceda, hija de cristianos muzárabes y la cual no era inferior en virtudes. Entonces arrendaron un» tierras en el pueblo de su esposa, al que se trasladaron desde la alquería de Carraquiz, donde vivieron en un principio felices y dichosos bendiciéndoles el Señor con la paz y la abundancia concedida á los buenos matrimonios.

Terminado el contrato que habia hecho Isidro con su amo de Torrelaguna, hizo otro con un caballero dp Madrid llamado Ivan ó Juan de Vargas, quien le arrendó una heredad en el término de Talamanca, denominada Graza, donde pasó á vivir con su esposa, continuando ambos consagrados á sus obras de piedad y caridad con lo cual fueron la admiración de sus vecinos. Favorecido por la Providencia mejoró tanto Isidro la hacienda de su amo, que le propuso este pasar á Madrid donde se hallaban la mayor parte de sus bienes. Accedió gustoso nuestro labrador y se avecindó de nuevo en Madrid en 1119 á la edad de 38 ó 39 años. Su habitación fue una pieza baja de la casa de su amo Ivan de Vargas, situada en la plazuela de San Andrés, número 24, donde murió después el santo, por lo que se ha trasformado en capilla y se enseña al público todos los años el 15 de mayo, pero se ha reedificado varias veces habiéndolo sido la última en 1789. La cuadra donde encerraba el ganado se hallaba en la Morería Vieja, calle del Almendro, numero 6, en una casa que pertenece ahora al marqués de Villanueva de la Sagra, la cual se abre también al público en forma de capilla el mismo dia de la festividad del santo. Continuó en Madrid San Isidro en las mismas ocupaciones á que siempre se habia entregado, alternando la oración con el trabajo, y no olvidando á los pobres con quienes lo mismo él que su esposa no dejaban de manifestar un sólo momento en inagotable caridad. Nacióles entonces el hijo cuya salvación milagrosa es harto conocida, lo mismo que los demás prodigios de nuestro santo, entre ellos el de la fuente que abrió á golpe de su hijada para apagar la sed de su amo Ivan de Vargas, en el sitio donde se halla hoy la ermita fundada en 1528 por la emperatriz doña Isabel, esposa de Carlos V, adonde se iba en un principio por devoción para cumplir votos y promesas, habiéndose introducido poco á poco la costumbre de visitarla todos los años el dia del santo, no sólo con este objeto sino para celebrar también el triunfo y la gloria de este hijo predilecto de Madrid.

Isidro y su esposa María pasaron el resto de sus dias en casa de Ivan de Vargas viviendo en esa alegría que da la satisfacción del cumplimiento de sus deberes. El trigo, dicen los autores, se aumentaba en sus campos, el agua brotaba de copiosos manantiales al influjo de sus palabras, y las enfermedades retrocedían al poder de sus mandatos. También se aumentaban sus provisiones cuando sus huéspedes eran los pobres, como sucedió entre otras muchas veces aquella en que se presentaron unos mendigos á pedir limosna después de haber comido nuestro santo matrimonio. Nada habia sobrado, y sin embargo, Isidro manda á su esposa que les dé limosna de lo que sobró de la olla, se levanta María llena de fe y halló la olla llena como antes de la comida. Rayaba ya Isidro en los noventa años y á pesar de su avanzada edad estaba ágil y robusto para el trabajo, prueba de la sobriedad con que habia vivido, pero el Señor tenia dispuesto poner término á sus dias, y en efecto, después de una breve enfermedad durante la cual recibió los santos sacramentos, entregó su espíritu al Señor en 30 de noviembre de 1172.

Hé aquí su retrato según los autores mas acreditados. Era de estatura más que mediana, sano, fuerte de complexión, robusto y abultado de cara, aunque algo flaco por el continuo trabajo y mortificación. El trage con que se le pinta no es el que le pertenece, pues corresponde á los labradores del tiempo de Felipe III y San Isidro murió en el de Alfonso el Bravo, época en que vestían de una manera muy diferente. Enterrósele en un principio en el cementerio de la parroquia de San Andrés donde permaneció cuarenta años hasta su primera aparición, entonces se le exhumó, y se encontró el cuerpo con la sábana en que le habían envuelto entero y sin ningún rastro de corrupción á pesar de haberse hallado siempre en el agua, en cuya forma está representado en una imagen que hay en la parroquia de San Andrés al lado del Evangelio. Cuando se reedificó esta iglesia en tiempo de los reyes Católicos, el cementerio antiguo fue comprendido en su recinto y el lugar donde habia estado sepultado San Isidro, quedó en el presbiterio al lado del Evangelio cubierto con una reja que se levanta todos los años el dia de su fiesta, y el cuerpo del santo fue trasladado á un sepulcro de piedra que se fabricó entre el altar del titular y un colateral dedicado á San Pedro.

Sabido es que se atribuye á San Isidro el triunfo de las Navas de Tolosa, diciendo fue el pastor que se apareció á Alfonso VIII y le indicó el camino por donde podia salir con facilidad para atacar el ejército del emperador de Marruecos, situado en unas alturas inaccesibles. Esta opinión se ha sostenido por el canonigo Rosell y ha sido impugnada por Pellicer y otros autores pero sin mezclarnos en semejante polémica, podemos

  1. El apellido de la Cabeza que se da á María procede de que mucho después de su muerte se trasladó su cabeza á una ermita de Nuestra Señora que está junto á Carraquiz entre el rio Jarama y Torrelaguna.