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EL NIÑO DE NIEVE
Hora del mog'red[1] sería
dos schetta[2] ya pasados,
cuando en tu jardín hermoso
rendida por el cansancio
junto al Cupido de bronce
me dormí en un duro banco.
Ignoro si fué mi sueño
sueño no más ó letargo;
sé que desperté con frio,
y figúrate mi pasmo
al ver la tierra cubierta
de nieve con un sudario.
Era ya noche cerrada
y entre los pliegues del manto
envolviéndome, ligera
seguí de la senda el rastro.
Mas no sola; desprendida
del pedestal, y á mi lado,
de Cupido la figura
marchaba por arte mágico.
—¿Qué quiéres de mí? le dije.
—Cariño busco y amparo;
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