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Pero, ¿no habia ningún medio de desviar el torrente? Acaso. Examinando de más cerca el departamento en que nos habíamos alojado, adverti que las aguas lo habían ocupado antes que nosotros.

Nuestra habitación no era más que un estanque desecado. Levanté un pico de la alfombra extendida bajo nuestros pies, y descubri un sedimento es peso depositado por el agua de la fuente. Un dia, ya porque los terremotos, tan frecuentes en estas montañas, rompiesen el dique por un sitio, ya que una vena de roca, más blanda que las demás, hubiese dado paso a la corriente, toda la masa líquida se había arrojado fuera de su lecho. Un canal de diez pies de largo por tres de ancho la conducia hasta la falda de la montaña. Para cerrar esta esclusa, abierta desde hacia años, sobraban dos horas de trabajo. Una hora, a lo más, bastaba para que las rocas húmedas se enjugasen; la brisa de la mañana secaria pronto el camino. Nuestra fuga, asi preparada, no exigiria más de veinticinco minutos. Una vez llegados al pie de la montaña, teniamos a Atenas delante de nosotros; las estrellas podian servirnos de guías; los caminos eran detestables; pero no corriamos riesgo de encontrar en ellos un bandido. Cuando el Rey viniese por la mañana a hacernos su visita para saber cómo habiamos pasado la noche, veria que la habiamos pasado corriendo; y como a cualquier edad puede uno instruirse, aprenderia a su costa que no se puede contar más que con uno mismo, y que una cascada no sirve para guardar los prisioneros.

Este proyecto me pareció tan maravilloso, que se .