Página:El rey de las montañas (1919).pdf/208

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
204
 

han sido ahorcados o decapitados; ni uno ha muerto en la cama. Todavia no hace seis años, pereció su propio hermano en el Epiro a consecuencia de una sentencia de muerte: habia asesinado a un musulmán.

La devoción y el valor son hereditarios en su familia. Nunca ha dejado Basilio de cumplir sus deberes religiosos. Daba a las iglesias, daba a los pobres. El dia de Pascua encendía un cirio más grueso que todos los demás. Se hubiera dejado matar antes que violar la ley del ayuno o comer carne en día de abstinencia. Estaba haciendo economías para retirarse a un convento del monte Athos. ¿Lo sabia usted?

Confesé humildemente que lo sabia.

—¿Sabía usted que era el más resuelto de mis compañeros? No quiero disminuir el mérito personal de los que me escuchan; pero Basilio era de una abnegación ciega, de una obediencia intrépida, de un celo a prueba de todas las circunstancias. Ninguna empresa era demasiado dura para su valor; ninguna ejecución repugaba a su fidelidad. Hubiera degollado a todo el reino si se lo hubiese mandado. Habria arrancado un ojo a su mejor amigo a una señal de mi dedo meñique. ¡Y lo ha matado usted! ¡Pobre Basilio! Cuando tenga que quemar una aldea, que poner sobre ascuas a un avaro, que cortar una mujer en pedazos, que desollar vivo un niño, ¿quién te reemplazará?

Todos los bandidos, electrizados por esta oración fúnebre, exclamaron unánimemente:

—¡Nosotros! ¡Nosotros!

Los unos tendían sus brazos hacia el rey, los otros