—Voy a hacer su voluntad;
y veia usté bien cuánta es
del refrán esa verdad
que dice: "No hay dos sin tres".
—"En comer y en trabajar,
ya sabe usted, compañero,
todo está en el empezar".
—¡Ah!... Respecto a eso hay un pero.
Que el hambre viene tragando
ió lo puedo atestiguar,
asigún lo he ido palpando.
Pero en cuanto a trabajar...
no le puedo asigurar...
—¿A quién le toca esta vez?
—Yo tomé. Dale a tu viejo.
¿Y vos que haces? ¿No comés?
Servite, pues.
—Gracia, Alejo.
—Si no he comprendido mal,
veo que sus condiciones
de intérprete natural,
le llenan el mate... rial
de muy nobles intenciones.
—Yo tengo amor por la vida,
pues d'ella mi enamoré
viendo sus lindas auroras,
vestidas del rosicler,
que sonríen a las sierras
ansiosas de su querer.
¿No la vido nunca usté?
—Imagíne: ¡un perezoso
que se levanta a las seis!
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