—¡Velay! Hace mal arago:
Hace mal, sí, créame;
pues a más de respirar
el aire, que asienta bien
a la persona, va viendo
el sol que empieza a poner
en el filo de las piegras
eolores tan lindos, que
usté se queda encantado.
Y si se arrima al arroyo
y el agüita ve correr
entre las piegritas limpias
y brillosas, siente sed,
aunque no la tenga.
—¡Lindo,
lindo nomás ha de ser!
—El día que usté la veia
me dirá si así no es.
Cambiale la yerba, che.
—¿Quiere que el jueves vayamos?
—Yo estoy a su orden.
—Verá
lo lindo qu'es. Nos llevamos,
si le parece, un cabrito,
pan, el mate y mi guitarra,
y unos litros e vino.
—¡Claro!
¡Para completar la farra!
—Si no se cansa del viaje,
la montaña va a subir,
y dende allí colegir
la maravilla 'el paisaje.
Verá el arroyo vagando,
con suave desasosiego,
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