su presencia de soldado
para aumentar el monstruo de la guerra cruel;
hasta que toda esa absurda y estúpida maldad
no se consiga abatir:
¡imposible ver lucir
el sol de la libertad!"
frases aplaudió al momento
el corro, que es siempre atento
si se le habla de sus cosas.
Y el orador enseguida
agregó con la entereza de su recóndito acento:
"¡Compañeros.
trabajamos
y sufrimos
denodados!
Y entretanto ¿qué alcanzamos
después de tantos destajos?...
¡No ser más que desvalidos!
¡Siempre al deber contreñidos,
cubiertos, siempre, de andrajos!
Pues entonces es menester sustentar altos ideales
de libertad,
de justicia;
y gestar con equidad para bien de nuestros males
una justa, en sus tendencias, pacífica sociedad.
Y aspiremos que la Ciencia
tire abajo las sombrías y anacrónicas prisiones;
que las pasiones reprima,
hijas de la aberración:
¡con rayos de inteligencia
y piedad del corazón!