Página:Elogio de Leonardo.djvu/34

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Leopoldo Lugones

la complejidad inquietante que nosotros llamaríamos sugestión pasional, transformando la sonrisa, de rasgo inocente, en coquetería suspicaz y peligrosa. La sonrisa de la Gioconda es toda la mujer. Y la cuarta y última cosa es el concepto intelectual de perfección que imprime a toda aquella obra la melancolia de lo inconcluso. Porque en esto, digámoslo sin reticencia, Leonardo se equivocó. El arte es instinto antes que inteligencia; y en la pintura, color antes que luz, revelación del espíritu por la belleza de la materia. Al revés del procedimiento leonardesco que busca en la belleza la traducción subjetiva de la verdad, toda belleza enuncia una verdad directamente. Así, ese afán de perfección, de perspectiva sublime y trascendental más allá del arte, es una tentativa de semidiós,

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