la felicidad general y del perfeccionamiento de la especie. Y en vuestra conclusión exclamáis: «En cuanto a nosotros, socialistas revolucionarios, decimos a los artistas como a los literatos: Nuestro ideal es el derecho y la verdad. Si no sabeis con esto hacer arte y estilo, atrás! No os necesitamos. Si estais al servicio de los corrompidos, de los fastuosos, de los holgazanes, atrás! No queremos vuestras artes. Si la áristocracia, el pontificado y la majestad real os son indispensables, atrás siempre! Proscribimos vuestro arte así como vuestras personas.»
Y yo creo podemos responder en nombre de los artistas y de los literatos, de los que sienten latir en ellos el corazón y bullir sus pensamientos: «Nuestro ideal, son nuestros amores y nuestras emociones, nuest:os l'antos y nuestras sonrisas. Nada, queremos de vosotros, como vosotros nada quereis de nosotros. Vuestra comunidad y vuestra igualdad nos descorazonan. Nosotros hacemos estilo y arte con nuestria carne y nuestra alma; somos amantes de la vida, y os damos cada día un poco de nuestra existencia. No estamos al servicio de nadie, y nos negamos a entrar al vuestro. No dependemos más que de nosotros, no obedecemos más que a nuestra naturaleza; somos buenos o malos, dejándoos