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Insignificante de sus lienzos, a lo que pa'rece, 'está preñado de fronía y de enseñanzas.

Aquel Courbet desde lo alto de su cátedra nos mifa, nos sondea hasta el corazón, pone al desnudo nuestros vicios; luego, resumiendo nuestras fealdades, nos pinta en nuestra verdad, a fin de hacernos ruborizar. ¿ No estais tentados a poneros de rodillas, a golpearos el pecho y a pedir perdón? Puede ser que el Courbet de carne y huesos se parezca. por algunos rasgos al del publicista; discípulos demasiado celosos y afanosos de pdrvenir han podido extraviar al maestro; hay siempre, por lo demás, un poco de extravagancia y de extraña ceguera en los hombres de temperamento entero; pero confesad que si 'Courblet predica, predica en el desierto, 'y que si merece nuestra admiración, la marece solamente por la manera enérgica como ha apreciado y expresado la naturaleza.

Quis era ser justo y no dejarme tentar por una burla verdaderamente demasiado fácil.

Concedo que ciertos lienzos del pintor pueden parecer dotados de intuiciones satíricas.

El airtista pinta las escenas ordinarias de la vida, y por ello mismo, nos hace, si se quiere, pensar 'en nosotros y en nuestra época. Eso no 'es más que un simple resultado del talento que se encuentra llevado a buscar y repro-