profesores cuyas enseñanzas le parecían obscuras, y se rebelaba contra cualquiera que se mostrase partidario de las tinieblas y de la tiranía; y en fin, ardía en su seno ese fuego sagrado de la noble locura, de los veinte años, que transforma en realidades las ilusiones, y que después aparece como el triunfo seguro de la Ciudad perfecta.
Y si nos remontamos más alá en esta historia de pasiones nobles, que han sublevado la juventud de las escuelas, siempre se la verá indignarse por la injusticia, extremecerse y 'amotinarse por los humildes; los abandonados y los perseguidos, y arremeter contra los feroces y los poderosos.
Esa juventud se ha manifestado en favor de los pueblos oprimidos, abrazó el partido de Polonia, 'el de Grecia, y ha defendido siempre a todos los que sufrían y agonizaban, bajo la brutalidad de una muchedumbre bárbara o de un déspota.
En otro tiempo, cuando ei barrio latino se insurreccionaba, podía asegurarse gue ardía en él una llama de juvenil justicia, que indiferente a ias componendas, seguía con entusiasmo los impulsos del corazón. ¡Y qué espontaneidad la suya entonces! Qué torrente desbordado se precipitaba por las calles! Ya sé que el pretexto actual es también la