nifiesto las desigualdades que el trabajo de selección produce en cada pueblo, porque, en fin, se niegan a lanzarse en un empirismo que va derechamente al charlatanismo de los mediocres y de los ambiciosos.
He aquí lo que es necesario establecer con claridad.
El sufragio universal no tiene todavía nada de científico, es puramente empírico. Con la masa considerable de. nuestros electores ignorantes, con los vergonzosos tráfiços con la granujería de unos .y la estupidez de otros, no se puede saber lo que saldrá del escrutinio. El total de la operación es falsificado, y nunca se obtendrá el verdadero, porque es la verdad. Los candidatos que merecen ser elegidos, se ven obligados a descender a las mismas maniobras que los candidatos que ningüna razón tienen para serlo. En una palabra, el soberbio principio de la soberanía del pueblo desaparece, no queda de él más que el sucio teje-maneje de un montón de tunantes que se valen del sufragio para repartirse el país, como se hace uso de un cuchillo para trinchar un pollo.
Y así se explica que los hombres políticos se enfaden al verse obligados a amasar, cocer y comerse las elecciones en tres semanas.